La poesía bramido celeste
debe ser una estampida.
Avanzar como el corcel de agua
que fustiga día a día a las rocas.
Ser el espacio arremolinado de luz
en medio del caos.
No es necesario ir muy lejos.
Si sabemos oír,
el mundo nos regala su polifonía.
Si sabemos ver,
el cotidiano muestra sus faroles.
Y si estamos atentos
es posible coser con estrellas
los hilos invisibles que cuelgan de las cosas.
Estos designios esperan ansiosos
como el rayo que espera convertirse en el cegador destello.
Al final se trata
de querer degollar al infinito.
Y de negar con un gesto rebelde
la finitud de nuestros cuerpos.
Texto agregado el 26-01-2021, y leído por 109
visitantes. (1 voto)
Lectores Opinan
26-01-2021
Uno de los mejores poemas que he leído en este sitio.
Sí, quisiera negar (o negarme) la finitud de la vida. ataleia
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