Y un acontecimiento rompe este relato, el viaje hacia las estrellas de quien estas letras no le entendieron, porque estaba más allá de la literatura. Había adquirido el hábito de la amistad en el sentido profundo; quizá pocas personas pueden llegar a tal grado de desarrollo cualitativo de la personalidad. Y ahí aparece el egoísmo disfrazado de persona, y comienza a destruir con falsedad ese jardín natural; entonces es tal la integridad de las flores de su sangre, que ese perverso torbellino es transformado por obra del verdadero sentimiento en un acto de otra naturaleza desde las vibraciones de las flores. Al otro lado, el egoísmo es tal, que no es capaz de advertir el acto de amor, al que lo ha vuelto a convertir, dentro suyo, en una acción que rompe puentes que unen esencias. Ahora estas letras quedan colgadas en la nada. No llegarán a los ojos de los colores de las flores, porque ellos ahora no necesitan las palabras de la necedad.