A veces, por las noches,
un gato se larga por los techos.
Se parece a mí,
como ese perro que husmea
la plenitud de la luna.
No hay qué hacer, sino esperar
que olor de los gladiolos
se decida venir a visitarme.
Después, los silencios se adueñan
de las arrugas y mi garganta.
Es el parto de una sombra que regresa
huyendo del gato de los techos,
buscando los círculos solitarios
con los que el perro desteje el tiempo.
Por eso prefiero las mañanas.
Texto agregado el 21-01-2021, y leído por 89
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Lectores Opinan
22-01-2021
Buena inspiración en espera de los gladiolos. remos