EL QUE PECA Y REZA, EMPATA.
Soy una persona sencilla. Vivo en el hermoso estado de Oaxaca, donde el mezcal es supremo. Mis padres son emigrantes asturianos de la madre patria, Hijo único de ojos azules. Desde pequeño mi madre decía que era muy guapo, al fin madre. Mi padre administrador de una finca cafetalera, no le daba por los estudios, pero, si por el trabajo arduo. Yo, después de la secundaria entré (por mi madre, ya que el viejo no estaba de acuerdo), en una escuela comercial, esas de 3 años, donde salí de técnico de contabilidad. En resumidas cuentas, es mi curriculum (de verdad ridículo).
Hay un dicho: “a la prima se le arrima” y eso hicimos mi prima Lety y un servidor. Aclaro que en realidad yo fui el seducido por la pizpireta Lety. Para no alarmar a las buenas señoras, diré, que don Andrés, padre de Lety, dueño de la fábrica de mezcal mejor de la región, había quedado viudo con una hija, así que se casó en segundas nupcias con una mujer muy hermosa, hermana de mi mamá. Por lo que Lety era prima postiza. Tuvimos no una sino muchas relaciones con consecuencia.
El poder de las mujeres es soberbio, Lety y su madrastra convencieron al renuente don Andrés, de que el bebé, su nieto, debería ser legal. En un lugar, a Dios gracias, muy católico, nos casamos por las tres leyes: el registro civil primero, por la iglesia con una boda de abolengo, yo muy elegante en un smoking y ella con un hermoso vestido traído de la capital. La tercera ley ya la conocen ustedes.
Desde luego mi suegro nos prestó una casa cómoda, que mi tía se encargó de amueblar y además pasé a ser el ayudante del contador de la empresa, éste sí universitario, don Nico, que administraba la factoría. Fue muy amable conmigo, me enseñó el teje y maneje de la administración y la doble contabilidad que se llevaba en la empresa. La verdadera en un cuaderno que don Andrés, que no había terminado ni la primeria, pero que era un lince para eso de las cuentas, supervisaba con atingencia. Y la otra donde se practicaban travesuras y se presentaba al fisco.
Por desgracia, el bueno de don Nico, amable, bromista, dicharachero, sólo con un defecto: las mujeres, se la pasaba en el divino placer de follar con cualquiera (no tenía fijón), su esposa, doña Lucha ya lo había dado por caso perdido, como perdido fue su corazón que en un infarto masivo ahí lo dejó.
En el matrimonio, yo sólo había cooperado con el material para fabricarle a Lety dos niños. Pero, mi esposa, con el tiempo, se hizo la rejega y teníamos actividad en el lecho en escasas ocasiones. La verdad me aburría, era buen administrador supervisado estrechamente por mi suegro, iba a misa como debe ser y me confesaba seguido con el padre Manuelito, de tez indiada, pero bonachón, pasalón y comprensivo. Mis únicos pecados eran que cada quince días tenía sexo con Lety o con alguna hermosa hetaira del prestigiado lupanar de doña Mariquita. Vida tranquila y sosegada.
El quiebre fue que al padre Manuelito lo mandaron fuera del estado y en su lugar me encontré con un sacerdote español mal encarado, cuando me confesé, se enojó y me puso como “lazo de cochino”. Vaya problema existencial.
Les voy a dar un consejo a los caballeros, no a las damas, ya que ellas son una raza aparte. Seguí asistiendo a misa, pero, con el pintor más famoso del lugar, mandé pintar un hermoso Corazón de Jesús. Ante este cuadro sigo en confesión, incluso comulgo delante de las buenas conciencias. Así el asunto se resuelve directamente entre el Criador y su hijo sin intermediarios enojones y mal encarados.
¿Cómo La ven?
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