Por la falta de accesibilidad a sus ojos me basé en su sonrisa y las bromas hirientes que repartía, dirigidas a una joven chica.

En la mesa afloraron discusiones y viejos reclamos. Ella le pedía explicaciones de las faltas cometidas, el trataba de suavizar aquellas heridas con risas, delirios y caricias.

Nada marchaba bien, aquella sensación en la boca de su estómago volvía, su cuerpo sabía que aquel chico le mentía. Sus manos, brazos y pecho lo sentían y de aquel canto de risas gastadas también salían dulces palabras de amor, pero ¿Por qué el chico que quiere se le van los ojos a otras pieles?

Yo estaba en aquella mesa viendo los colores saliendo de aquel vaivén furioso y desdeñoso yo le quería decir "Amiga date cuenta" pero en vez de reprimir hay que dejar fluir, así es como sabes hasta donde las personas pueden ir.

Mientras en ella veía una sonrisa forzada y ojos que guardaban un triste océano que se agitaba. En el veía apatía por los sentimientos de la joven. Ni se inmutó por la petición de la chica, sinceridad es lo único que ella pedía. La comida se acabó y la cuenta se pagó. Salieron jugueteando y tomados de la mano, el mal rato había pasado.

Yo regresé por unos dulces que en la mesa había olvidado y ahí encontré una factura que aún no se ha pagado.