El principio de la educación es
predicar con el ejemplo. Turgot
Todo eso que realmente me hace feliz
es lo mismo que también me hace infeliz
y todo lo que debería hacerme más feliz,
ese sentir , mi sentido de responsabilidad,
ahora se convierte en extraña ajena culpa.
Un debatir entre dos representaciones,
la pugna incierta entre luces y sombras,
el dubio maquiavelismo de una docencia,
qué, entre el academicismo y la burocracia,
sabe bien hacer gloriosa su propia derrota.
Ingrata esta nuestra binaria realidad,
la cordial coherencia que es callar el grito,
esa silente arenga entre el decir y lo dicho,
la responsabilidad entre hacer y no hacer,
llevados a ser un quién que no nos identifica,
llevados a hacer aquello que no nos reconoce.
Mi ser contradictorio no es ya producente,
decir mi verdad no es aceptar la realidad,
ser realista ahora es decadente idealismo,
decir nuestra verdad es desvirtuar la razón
esa ingrata racionalidad que nos pervierte.
Corrupta lógica en su política corrección,
en esta gran universal falacia consentida,
leal con todas esas nobles y justas causas
no quiero ser yo el lánguido espíritu burlón
en esta nuestra armónica y encantada casa
Ingrata esa voz docente, cabal, reveladora
transterrada y proscrita en su propia casa,
busca la dicha en impar y solitario encierro,
anuencia amén de ovaciones y de palmas,
peculiar exégesis para este canto general.
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