Era un gallo muy diferente a todos. En lugar de cantar a las cuatro de la madrugada, cantaba a toda hora, más si le ponían vallenatos. Los habitantes más cercanos estaban furiosos porque no les dejaba escuchar la telenovela CON AROMAS DE MUJER. Muchos estaban pensando matar al gallo de Antonio, él le enseñó a cantar más fino, pues todos los gallos son roncos. Un día el gallo saltó del techo de su casa a la terraza de Genoveva, de la terraza salto al patio, del patio a la paila de agua caliente. Genoveva iba a preparar un sancocho de cola de marrano, pero el mensajero no llegaba aun con la cola y el espinazo de cerdo. Sacó del pescuezo al gallo de Antonio, en lugar de devolverlo a su dueño lo llevó al lavaplatos y con un cuchillo filoso le cortó el pescuezo para que no volviera a cantar y la dejara escuchar la telenovela con tranquilidad. Luego lo desplumó, lo despresó y lo echó a la paila. Cuando el almuerzo estuvo listo, Antonio tocó a la puerta. Genoveva no tuvo tiempo de esconder las plumas. Antonio, al ver su gallo hecho pedazos en la paila, sacó de inmediato la pistola del cinto y amenazó con matar a Genoveva, sino cantaba como su gallo. Toda la tarde la tuvo cantando; antes de empezar la telenovela le pegó tres tiros en la cabeza porque cantaba horrible. La mandó volando a ver AROMAS DE MUJER en el cielo por meterse con gallo ajeno.

AUTOR: PEDRO MORENO MORA
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