El día estaba muy nublado, la posibilidad que lloviera era inminente. Eran las siete de la mañana de un domingo atípico. Nadie se había levantado aun. Todo estaba en silencio, de pronto se escuchó la voz fuerte de un hombre, la voz decía lo siguiente:
"Se compra computadores viejos, planchas viejas y todo tipo de electrodomésticos inservibles"
Marlon, al escuchar esa voz miró para todos lados, con la esperanza de encontrar cualquier tiesto viejo para venderlo. Quería seguir bebiendo, pero no tenía ni un céntimo. En esas apareció su mujer a servirle el desayuno. La quedó mirando y le dijo:
-Te voy a vender al chatarrero, pues estás vieja y muy celosa.
La mujer lo quedó mirando con odio, luego le respondió:
-Esta bien, has lo que te de la gana.
El hombre abrió la puerta y llamó al chatarrero y le dijo:
-Serías capaz de comprar a mi mujer.
El chatarrero no lo podía creer, pues era la primera vez que le hacían ese tipo de propuestas. Sin pensarlo dos veces le preguntó:
-Y cuánto vale tu mujer, a ver si me alcanza la plata
-Por ser a vos te la doy bien barata, dame cien mil pesos y te la llevas en esa carreta.
El chatarrero sacó el dinero y se llevó a Eloísa que no salía de su asombro. Para esa mala vida que le daba el zapatero, era mejor irse con el chatarrero.
Al cabo de un buen tiempo Eloísa estaba irreconocible, el chatarrero la había mandado donde un cirujano estético para que le hiciera unos retoques. La verdad es que estaba hermosa y rejuvenecida. Marlon se había vuelto alcohólico. El chatarrero volvió a pasar con su carreta por la casa de Marlon y le dijo:
-No tienes nada más para vender, vivo feliz con tu mujer, hace el amor delicioso.
-Te vendo mi casa, como ves está que se derrumba, pero a vos te gustan las cosas viejas.
Al otro día hicieron los papeles y la casa después de un mes cambió de dueño, Andrés era el nuevo propietario. Con gran esfuerzo la remodeló, ahora era una casa bien presentable y acogedora. Se mudó a vivir ahí con Eloísa. Eran muy felices. Un día llegó Marlon con mucha hambre. Rogó para que le dieran comida. Andrés se compadeció y le dio trabajo. Todos los días tenía que lavar la ropa de Eloísa. La lava pero muerto de los celos, pues Eloísa está muy hermosa. |