Cuando llegué a esa casa enclavada en el medio de un enorme descampado me llamó la atención la presencia de un niño que sujetaba un gran quitasol en torno a una pequeña mesa sobre la que había una vieja tabla de ajedrez lista para una partida.
Sus hermanos corrían en rededor con gran alboroto. pero él permanecía absorto en su trabajo. A veces parecía incomodarse y se sobaba la manos un segundo, antes de volver a tomar la pértiga que se inclinaba con el peso de la lona y la fuerza del viento hacia él.
"A veces me he quedado medio dormido y me he golpeado en la cabeza. Pero ya tengo experiencia y no ha vuelto a suceder. Eso es lo importante dice mi mamá, que aprendamos de estas experiencias", dijo el niño que no debía tener más de 13 años.
Absolutamente convencido de lo que hacía, resistió cada uno de los cuestionamientos que yo le hacía sobre la peculiar labor que debía realizar.
"Debe usted saber que esto lo hacemos mis hermanos y yo desde nuestra más tierna edad. Lo que hacemos es importante pues evitamos que esta parte del patio donde mis hermanos juegan ajedrez reciba los rayos del inclemente sol".
"Bueno como usted puede ver no siempre jugamos ajedrez sino que nos gusta correr por el campo pero no podemos descuidar una actividad como ésta pues si llega a ocurrir, si solo uno lo deja de hacer, si se corta el turno, otros harán lo mismo y nadie quiere que ello ocurra".
"Así cada vez que alguien quiere jugar ajedrez encontrará un lugar sombreado. Además, somos diez hermanos por lo que a cada uno le corresponde estar acá de pie solo una hora al día. Nuestra mamá tenía solamente 8 hijos, pero como piensa tan bien decidió tener dos hermanos más para completar el trabajo de diez horas al día de manera equitativa. Nosotros estamos felices de ser 10 pues de lo contrario nuestro aporte a la familia se extendería por más tiempo, lo que obviamente ocurrió en el pasado y de ello saben en especial los mayores".
Además, al terminar nuestro trabajo todos recibimos una merienda y nos vamos a dormir. Más de una vez he soñado con que estoy despierto sosteniendo este palo pero ello significa que estoy haciendo bien mi trabajo, dice nuestra madre".
Cuando mis hermanos no juegan ajedrez, ella se acuesta a dormir, pero esta no es la principal razón para que estemos acá haciendo turno. Ella nos dice que esta función nos dará valores, nos dará un objetivo de vida nos hará fuertes, constantes y pacientes y creo que ella tiene razón. Además, lo mejor es que aprendemos ajedrez. No hemos logrado ser campeones pero tenemos un gusto por este deporte que nos acompañará por siempre, nos dice mamá".
"Y como ella nos dice que no podemos contar en qué consiste este trabajo le pido que siga de largo antes que llegue y me pregunte que hacía usted acá. Ella dice que a la gente le gusta imponer sus puntos de vista e influir malamente en los demás. Y ella que solo piensa en el bienestar de nuestra familia no estaría contenta de saber que hablamos con extraños".
-¡Y cómo saben cuando cumplen una hora?, le pregunté.
Eso lo maneja muy bien ella. Cuando uno de nuestros padres se retira sabemos que debemos cambiar el turno.
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