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María de Jesús y Fernanda eran hermanas gemelas; sin embargo, nunca se llevaron muy bien. Tenían ideas y gustos muy diferentes, chocaban por cualquier nimiedad. Juntas, una al lado de la otra, semejaban dos gotas de agua, no podía distinguirse quién era quién; quizá por eso mismo no se gustaban demasiado entre ellas. Ambas, en cuanto cumplieron la mayoría de edad, se marcharon cada una por su lado dejando solos a sus afligidos padres. “Que Dios las bendiga”, les dijeron y tuvieron que “apechugar” su partida. Cada una hizo su vida lejos de la otra, hasta que sus viejos tuvieron la mala suerte de morirse. Primero la madre y un par de años después, el padre. El testamento que éste dejó, decía bien claro que todos los bienes existentes de la familia, eran para ellas por mitad. La única condición que les pedía, era que vivieran juntas en la casa paterna.
-Es una idea absurda – dijo una.
-Es una decisión estúpida – rezongó la otra.
Si tenían razón en sus aseveraciones, poco importaba lo que pensaran; si querían quedarse con los cuantiosos bienes que les había heredado su padre, tendrían que cumplir con la malhadada condición. Así lo hicieron. Quedaron dueñas absolutas de todo por mitad. El abogado que leyó el testamento, quien había sido magníficamente pagado, se tomó como suya la decisión de cumplir la última voluntad del finado.
María de Jesús y Fernanda, aunque tenían novio, no se habían casado; así que cada una agarró el extremo más alejado de la casa para encontrarse lo menos posible con la otra. La casa era bastante grande y espaciosa; pero sólo tenía un comedor. Ahí tendrían que encontrarse forzosamente, si querían disfrutar de una buena y suculenta comida, gozando de la comodidad y tibieza del comedor.
Los primeros meses se soportaron bien que mal; pero llegó un momento en el cual comprendieron que no se querían, que no se aguantaban ni un tantito, que de plano “no se podían ver ni en pintura”. Pero… (este pero tiene vital importancia) para tratar o resolver cualquier asunto sobre la administración de los bienes, era absolutamente necesario que se vieran, que se juntaran para conversar y tomar la mejor decisión, porque todo las afectaba a las dos.
En esta situación pasaron el primer año, también el segundo, haciendo “de tripas corazón”, aguantándose mutuamente. El tercer año fue muy difícil, porque tuvieron dos o tres agarrones de las greñas, con palabras altisonantes y golpes fuertes, de esos que dejan grandes moretones.
No fue sino hasta casi finalizar el cuarto año que se encontraron en una situación idónea. Esa noche, tenían la urgente necesidad de ponerse de acuerdo sobre el precio de venta de un terreno muy grande que sus padres habían comprado en Querétaro y que convenía vender porque estaba prácticamente abandonado.
Se reunieron en el comedor. Apenas si se miraron; pero cada una eligió la silla que estaba frente a la otra. ¡Cómo se despreciaban!... Se miraron brevemente a los ojos y el choque eléctrico que se registró al encuentro de sus miradas, fue suficiente para que casi en forma automática las dos tomaran la decisión de levantarse y colocar el respaldo de su silla contra la orilla de la mesa, para no verse por ningún motivo Y se sentaron. ¡Qué descubrimiento!... para conversar, ya no tenían la necesidad de mirarse al rostro, de estar viendo los gestos y caras que hacía la otra. Se sintieron liberadas. Por primera vez en aquellos cuatro años de convivencia obligada, pudieron platicar a su gusto, ponerse de acuerdo casi en todo. Si de frente nada funcionaba, de espaldas todo parecía más fácil.
Desde aquel día así lo hicieron. Un pequeño y espontáneo detalle había logrado lo que cuatro años de convivencia obligada, no. Y hay que consignarlo: aquel par de espaldas se conocieron y cayeron tan bien, que llegaron a tomarse bastante simpatía. ¡Qué digo simpatía! Es muy posible que finalmente hayan terminado enamoradas.

Texto agregado el 04-01-2021, y leído por 158 visitantes. (7 votos)


Lectores Opinan
06-01-2021 Interesante texto, las imágenes hablan por si solas. Encantada de leerte. Mayte2
06-01-2021 Interesante texto, las imágenes hablan por si solas. Encantada de leerte. Mayte2
05-01-2021 Me gustó mucho tu relato, sin embargo el remate, aunque sorpresivo, me dejó gusto a poco, lo cual puede deberse a que estoy acostumbrada a más de tu pluma creativa. Siento que tienes el talento suficiente como para haberle dado otra vuelta. Gracias. gsap
04-01-2021 Es sorprendente de que manera se solucionan problemas, esas hermanas fueron demasiado extrañas entre ellas, gran cuento.***** Feliz Año. Abrazo Lagunita
04-01-2021 Cuando no hay caso no hay caso. Solamente queda el último recurso de darse las espaldas. Bien llevado tu relato, saludos. vaya_vaya_las_palabras
04-01-2021 Era nomás una cuestión de imagen. Es raro, yo creo que no se soportaban a ellas mismas más que una a la otra. Muy bueno tu escrito. Abrazo. MCavalieri
04-01-2021 —Creo que esta situación que relatas es bastante común en convivencias entre dos, y por lo general quienes somos parte de ese dueto no nos damos cuenta que una mínima acción puede cambiar la perspectiva de la relación. —Un abrazo vicenterreramarquez
04-01-2021 Mirá qué bien! Sólo un detalle modificó todo. Un gran abrazo para mi Mario querido. MujerDiosa
04-01-2021 Triste historia, muy bien desarrollada. Gusté ver un pequeña ventanita de esperanza. Shalom amigazo Abunayelma
 
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