Vivo una competencia feroz, con el peso de cumplir las expectativas, sobreviviendo a la incertidumbre del futuro. Tantas cosas me ocupan: Prepararme para mi vejez, bajar el colesterol y atender mi próstata; el móvil que parece un niño insaciable y; respecto al amor, mi abogado es el mejor consejero matrimonial. Voy tan rápido como puedo, tratando de alcanzar el presente. Vivo angustiado y sin tiempo para reinventarme por medio de contemplación y viajes introspectivos. En la era de la competitividad el tiempo es dinero, ser práctico significa mantenerse productivo. Para buscar ayuda, Google ha resultado ser menos misterioso que los caminos del señor. En vez de señales divinas, despliega un listado interminable de personas dedicadas a orientar mentes como la mía . Para mi sorpresa, los psicólogos no son los primeros en pantalla sino los Coaches de Vida. Basta con leer las recomendaciones de los usuarios para entender porque:
“(*****) Joaquín cambió mi vida. ¡He logrado dar mi máximo potencial!!!!”. “ “(****) Coach Roberto, supo decirme lo que no quería escuchar para superarme a mí mismo”. “(*****) Margarita, gracias a ti ahora soy realista, voy por lo imposible”.
Nada se pierde con intentar, acudo a mi primera plática. Mi Coach de Vida resulta ser un joven no mayor que el más chico de mis sobrinos, tiene en su escritorio fotos de sus “perrijos”, es fiel creyente de la ideología de género y acérrimo enemigo de la chancla como artificio educativo. Creo que es virgen y por la forma en que se expresa estoy seguro que la mayor preocupación de su vida es el calentamiento global.
Al terminar mi primera sesión, sigo angustiado y ahora, confundido. Resulta ser que la limitante de superarse día a día es uno mismo y no los veinte kilómetros qué algunos tienen que andar para conseguir agua o ir a la escuela; la energía eléctrica y el acceso a la información no hacen diferencia cuando uno está decidido a salir de la zona de confort; que palabras como problema, tarea y, responsabilidad, tienen una connotación agresiva. En su lugar, es mejor utilizar, reto, área de oportunidad y empoderamiento. Según mi coach, además de ser políticamente correctas, su uso asertivo detona el potencial de las personas.
Veo el reloj, me apresuro a llegar al centro deportivo, tengo un partido importante hoy. Ahí en la cancha está el “Bon”, calentando. Al saludarme me dice que necesitamos ganar, que me concentre y enfoque mi energía en lo que tenemos en nuestro control. Que cada jugada la hagamos haciendo lo que sabemos, no más, no menos.
Tal como sucede en la vida, el partido es bajo presión, el equipo contrincante es un rival duro, bien preparado, pero, estábamos determinados a ganar, el Bon tomó las decisiones correctas, mantuvimos la disciplina y vencimos.
Después de un par de cervezas y una plática de barrio, me doy cuenta que la ansiedad desapareció. No hay duda, lo que necesitaba era mas basket y menos coaching. |