Vivo rodeada de amor y lo observo. Me detengo a leer notas en otro idioma, cartas de amor que no escribí y de quién no soy destinataria, pancartas de aniversario color vida, sangre, fuego... fotografías de dos, una, dos que no son pero se aman...
Y lo recibo como el regalo que es detenerse, respirar y sentirse abrazada por tanto.
Repaso con mis dedos el flujo del amor, su huella, la memoria del que hubo, el que es y fue... el que será; el contorno de su extraña y mutable forma, del vacío de su ausencia y la marca imborrable de tinta en la piel y el susurro que eriza la espalda.
Gracias.
Por querer, y por (de)mostrarlo.