PREGUNTA A LA EXISTENCIA
La niña viste harapos, su estómago duele, sufre, se encoge de hambre, y en sus ojos de noche infinita, tiembla una lágrima conteniendo sólo una pregunta:
-¿Por qué?...
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EL OTOÑO DE LA VIDA
¿Dónde escaparon esos días de amar sin control ni medida? Los que hacían hervir la sangre resplandeciente de locos sueños. Esos que de tanto imaginarlos, la carne tornaba candente y húmeda. Aquellos que volvían febril al corazón cambiando su ritmo hasta el supremo delirio. Los días cuando más que ninguna otra cosa en la vida, existían los cuerpos encendidos de pasión enardecida. Cuando un sol amable doraba nuestra piel, un sol que la adoraba y al que nos abandonábamos rendidos. Nuestra carne esparcía aromas de viento y agua, de sal y arena tostada. Era el olor de los días jóvenes cuando el tiempo no existía. ¿Qué era el tiempo? Sólo la imagen de un señor con barba larga y blanca.
Busco las horas perdidas, las derrochadas, ¿alguien puede indicarme hacia dónde fueron? Puedo ir a buscarlas y convencerlas - quizás - a que vuelvan. ¿Dónde se escurrió la noche fragante, la del perfume a luna, aquella con un jardín de estrellas? ¿Hacia qué confín huyeron las quimeras? ¿En qué castillo se esconden las rosas que la embriagaban?, ¿y las guitarras y cantos?, ¿los besos robados? Aquel tacto suave de terciopelo verde, el aroma a césped donde nos acostábamos, todo, todo se extravió en la dorada y crujiente oscuridad del otoño de la vida.
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LILITH
Los reflejos cortan como cuchillos la noche helada. El lago está inmóvil. Se congeló en un sólo instante durante el novilunio. Lilith, la Gran Maga Negra, lo miró una vez y fue suficiente.
Mientras tanto, hay un incendio de pájaros y flores, de cantos y posibles amores que se adivinan en aquel tierno brote de hierba.
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