El pájaro vuela sembrando preguntas sobre lo que es magia o la artesanía arcana de su oquedad de huesos, parientes de los cristales que permiten el impulso de su alma desnuda, pluma y piedra destemplando el eco.
Sabemos que las aves son nido, crías y estirpe, sigilo de ramas, tras las cuales se confunde el latido brioso y su romance de plumas.
El estilete de su trino que es guirnalda alada, rompe el alba y conforma una orquesta de diapasones que rememoran el tintineo de arroyos fluyendo hacia el alma.
Es la avecilla errante, partiendo nubes como un ángel, acaso el duende o la mariposa sedienta de cielos, ambiciosa estampa sobre testas y palacios y es muelle ese vuelo, imposible para las almas terrestres.