Llegué a vivir a un apartamento que nadie quería alquilar. Desconozco las razones por las cuales estuvo desocupado durante más de tres años. De un tiempo para acá empezaron a sentirse ruidos después de la media noche. A los habitantes del edificio les daba mucho miedo, menos a mí. Más temor les tengo a los vivos que a los espíritus. Convinimos en montar guardia para atraparlo, aunque los fantasmas no se dejan atrapar, al menos queríamos fotografiarlo para divulgar la foto del fantasma por la televisión. Empecé a quemar hojas secas de salvia, eché agua bendita por todo el edición pero el fantasma seguía haciendo ruido. Una cosa estaba clara, no se quería ir. A mí ya me estaba dando miedo y decidí abandonar el apartamento, tan pronto encontré uno mejor me fui. Regresé después de un año y los habitantes del edificio casi me matan a palazos, pues desde que me fui el fantasma no volvió hacer ruido.