Querido Paco, espero que algún día puedas leer esta carta, y no ya porque por esas cosas del destino, la botella en la que ha viajado, este mensaje, durante este tiempo haya llegado a tu poder, sino porque yo personalmente te la haya entregado para que delante de una buena copa de Miura como a ti te gusta, puedas leerla y conocer de mi propia boca lo que ha sido para mí este tiempo sin mi compañero “Martínez”
15 años llevamos juntos, desde aquél 15 de febrero de 2002 en la que aquél Capitán, sinvergüenza, cateto, mal humorado y sin educación, me llamó a su oficina y me espetó, aquel: “Sargento ahí está su nuevo compañero, ahora váyanse que el Comandante no tiene otra cosa que hacer que pedirme el informe de la pasada semana, hoy viernes a las dos de la tarde”
Y eso fue todo; así que “¿hola cómo te llamas?” fueron las primeras palabras que cruzamos, bueno mejor dicho crucé, porque lo tuyo no es normal, que después de 15 años aún sigas hablándome de usted.
No sabría decirte cual es mi estado de ánimo, si estoy triste por no saber por dónde andas, expectante por no tener noticias tuyas, o esperanzado en volver a verte.
Estoy convencido, que por tu lado lo estarás pasando mal y no sabes cuánto siento no estar contigo para poder ser la mano a la que te pudieses asir, como tantas veces tú me has tendido tu brazo para que yo me pudiese agarrar y seguir adelante, juntos.
Dicen que el matrimonio es para siempre, pero esta separación nuestra está siendo muy dura. Ya está el Capitán queriendo sustituirte, pero me niego porque sé que algún día nos volveremos a ver.
Cuando me contaron como había sucedido todo, no me extrañó en absoluto. Eres Guardia Civil y eso se lleva en la sangre, siempre en alerta y ayudando a los demás.
Me contaron cómo durante los primeros minutos del caos que había en cubierta, te pusiste al servicio de la tripulación y empezaste a ayudar a todo al que por allí corría, calmándolos, con palabras sosegadas y una paz que, según me confirmó el mismísimo Capitán no solo ayudó a mucha gente sino que conseguiste salvarlos. Lástima que tu cabezonería y tu honor, te hicieran quedarte en el barco para ayudar a todos los que aún quedaban por salir a cubierta.
En realidad, no sé porque te cuento esto, si en realidad lo conoces mejor y más en profundidad que yo.
Me apetecía escribirte unas líneas con la esperanza de poder estar a tu lado cuando las leyeras, pero la razón principal no es esa, es simplemente el desasosiego que tengo de no saber nada de ti, de saber que no volveremos a patear esos montes de Dios para cuidar lo que más te gusta, la vida en contacto con la Naturaleza.
Bueno amigo, ¡qué suerte tienen allí donde estés!, porque estoy seguro que seguirás haciendo lo que mejor sabes hacer, cuidar a todos los que te rodean.
Un abrazo de tu amigo y compañero.
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