Se escapó antes que lo ejecutaran; lo habían sentenciado a la horca y minutos antes que el nudo se cerrara en su garganta logró escaparse. El Verdugo quedó con los crespos hechos. No le quedó más remedio que desfogar su ira con un espantapájaros. Al cabo de dos años lo capturaron. Cuatro semanas después se escapó de la cárcel. No salió a esconderse si no a atracar un banco. La persecución fue de película, parecía un campeón de motociclismo y los policías unos aprendices. Al poco rato de haberlos burlado quemó la moto y se escondió en un edificio viejo. Había comprado ron para celebrar el golpe dado. Prendió un radio de pilas que llevaba a todas partes. Las noticias hablaban de su hazaña, lo comparaban con un gato, pues tenía siete vidas, de las cuales ya se había gastado seis. El edificio tenía veinte pisos. El se encontraba en el décimo piso y le dio por bajar al primero, se sentó un rato en el andén y en voz alta dijo:
-Aún no ha nacido el policía que me pueda dar muerte.

Apenas acabó de pronunciar esas palabras se desprendió una losa del piso diecinueve y esa si le dio muerte.


AUTOR: PEDRO MORENO MORA
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