Le advertí que no quebrará el espejo delante de su mujer. No me hizo caso y descargó toda su furia en el objeto misterioso. A pesar de los golpes no le hizo ni cosquillas. Asustado ante aquella circunstancia inesperada, se puso pensativo pues hace pocos días quebró en mil pedazos un espejo en su sitio de trabajo y de inmediato llamó a la señora del aseo para que recogiera los escombros. Ahora la vida le estaba jugando una broma macabra. Volvió a descargar con más furia el martillo sobre la luna y la luna ni se inmutaba. Decidió irse a dormir, por hoy era suficiente. Las emociones fueron extremas. Al rato se durmió y el sueño le jugó otra broma pesada. Vio a su mujer haciendo el amor con un hombre rubio de ojos azules, él era moreno de ojos cafés. Gritó, pero nadie lo escuchó. Toda la noche se la pasó gritando y nadie se inmutó. Se despertó al amanecer, de inmediato fue a verse en el espejo, con horror miró su rostro hecho pedazos.