MI TÍA Y LA NAVIDAD
Amigos:
Mi familia, al fin y al cabo, poblana, es muy religiosa: católica desde luego y ahora con la pandemia de COVID-19, en que debemos estar en casa para evitar contagios y sobre todo sin fiestas. Lo que ha creado un maremágnum, ya que mis parientes son muy fiesteros y en este diciembre, del año del Señor 2020, querían a toda costa reunirse en alegre convivio. Somos muchos.
Por fortuna la matriarca, mi tía Elisa, puso orden y aunque con reniegos, guardaremos la sana distancia, el uso de cubrebocas, el lavado de manos y nada de fiestecitas, cada quién en su casita sin problemas. La salud es primero.
—Tía, me parece muy bien, tú bien sabes que soy existencialista y no creo en nada sobrenatural.
—Ya sé que eres un descreído, pero lo que pasa en esto de la pandemia, es que debe tratarse con sentido común.
—Y la Navidad, el nacimiento, el árbol adornado con una estrella en su parte superior. ¿Qué con eso?
—Tú habrás leído mucha filosofía de Heidegger, de Sartre, pero esto no tiene nada que ver con ellos.
—Entonces, ¿ni con la religión? ¿Dios mandó la pandemia como castigo a los numerosos pecados de la gente?
—No seas tonto ni “contreras”, Dios, nuestro Señor, no tiene nada que ver con un fenómeno natural. Al contrario, es una oportunidad para en lugar de bailar, por ejemplo, orar y meditar para bien de nuestra alma. Es la mejor manera de festejar la Navidad.
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