Ejercicio para el taller Veinte gifts en oferta.
La vi cuando se iba cerrando la puerta del elevador; me asomé y estiré el cuello lo más que pude, pero solo alcancé a vislumbrarla en forma muy general. No podía creer lo que había visto. Tampoco podía quedarme con la duda, así que apreté el botón del elevador para bajar en el piso inferior siguiente. Subiría por las escaleras, la curiosidad y el saber cómo habían logrado traerla sin que se negara, me intrigaba. Salí de la cabina casi corriendo, subí los escalones de dos en dos pues me acuciaba saber. Encontré a Rosita, la secretaria de mi jefe, en el pasillo y le pregunté: “¿Dónde está, a dónde la llevaron?” Me entendió perfectamente, señalando la puerta del departamento de Publicidad, donde había un gran espacio para filmar videos y hacer series de tomas fotográficas. Entré sin tocar. Ahí estaba ella, junto con un par de personas más y mi jefe. “Pasa, estaba a punto de llamarte”, dijo. Todavía muy sorprendido le pregunté: ¿Qué hace ella aquí?” “La trajimos para tomarle varias fotos y realizar un pequeño video promocional, para nuestro nuevo cliente. Me acerqué a ella, la miré directamente a sus grandes ojos negros. Ni siquiera parpadeó. La vaca solo me miró tranquilamente, pues a fin de cuentas no le preocupaba mi interés, ella iba a ser la estrella de la campaña de la nueva leche, que nuestro reciente cliente iba a lanzar. |