Sé la historia de dos personas, aquejadas de enfermedades anímicas( evito los adjetivos " mentales" o " psiquiátricas" porque aún pesan muchos prejuicios sobre los males del espíritu) que tuvieron varias bajas laborales por tropiezos de salud, que muy pocos entendieron. Ambos acabaron , por desgracia, en suicidios.
- Es un vago.
- Le echa mucho cuento .
- Pues dirá que está enfermo pero yo lo veo pasear y tomarse sus cafés en el bar del barrio.
-Pues yo le veo buen aspecto.
Es habitual escuchar estas y otras lindezas , que indican cero sensibilidad para esas dolencias psíquicas pues no se ven los entresijos ni hay escayolas para el alma.
La pandemia ha originado muchos aspectos negativos. ¿ Quién no sabe esto a estas alturas? Empero albergo la esperanza de que el ser humano, o mejor el inhumano, gane en piedad, sensibilidad y empatía hacia el dolor ajeno, cosa harto improbable por lo demás, habida cuenta de la condición botarate e insensible de algunos.
¿ Que hay casos de fraude? No lo dudo. Pero , sin duda, minoritarios.
Como el asunto del Covid se alarga, la gente ya da sobradas muestras de desequilibrio. Unos , con razones( crisis económica personal, quiebros de la salud, muertes, miedo, trabajos estresantes...); otros muchos, sin ellas.
Ya se habla en los medios de que los profesionales de la salud mental van a verse desbordados por el incremento de patologías mentales.Ello me entristece, lógicamente.
Mas solo confío en que el dolor propio nos humanice y nos haga más sensibles al sufrimiento ajeno, a veces invisible.
Pues a menudo , como decía Saint -Exupery, lo esencial es invisible a los ojos porque las procesiones van por dentro.
Ojalá se humanice la forma de mirar. Ojalá el dolor en carne propia desarrolle una mirada telescópica, que se adentre lejos, en el interior , tan hondo...Ojalá...
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