Insectos.
Como todos los días de su vida entra al baño entre dormido, con su mano derecha abre la puerta del armario. Sin mirar, y con movimiento mecánico toma con su mano izquierda el vaso metálico donde lo esperan su cepillo de dientes junto al dentífrico . Un diminuto cosquilleo en sus dedos detuvo la acción y los bellos de su brazo se erizaron en señal de alarma. Al instante sus ojos giraron acompañando los músculos de su cuello y vio como un ejercito de pequeñísimas hormigas coloradas habían tomado posesión de sus utensilios de aseo matinal, lanzó con fuerza el vaso que en corto viaje fue a parar a la bañera. Presas del pánico ellas, las diminutas, se esparcían sin rumbo definido dibujando un campo de batalla en retirada sobre el blanco enlozado de la tina. Preso del pánico él, y perplejo ante la sorpresa volvió su vista al interior del armario y descubrió con desesperanza que ese día no podría hacer uso del desodorante que también había sido tomado por la colonia color sangre. Su primera reacción racional fue dirigirse a la cocina en busca de algún hormiguicida, sabía que quedaba algo preparado del verano pasado, supuso que aún estaría activo, no podía estar vencido, no ahora que tanta falta le hacía.
Fue una suerte que todo esto hubiera ocurrido en el invierno, caso contrario no se hubiera puesto ni medias ni pantuflas al levantarse de la cama, y desafortunadamente hubiera sentido en la planta del pie el crujir de una enorme cucaracha. Bien sabido es que nunca andan solas, y cuando aún no salía del asco vio que debajo de la mesa intentaba escapar su compañera, ¡a tiempo pensó!... tarde para ella se dijo; el pantuflazo tiño con los jugos del asqueroso bicho la blanca baldosa, nada que no se pueda resolver con una buena pasada de lampazo y un poco de lavandina. ¿ la naturaleza estaba confabulando en su contra?, cuantas veces se había preguntado si el título de propiedad certificado por escribano público realmente lo habilitaba a reclamar soberanía sobre sus pocos metros cuadrados, al fin de cuentas estas colonias de insectos no saben leer ni entienden razones. Además habitan el planeta mucho antes de su existencia y de la de sus mas remotos ancestros, ¿qué es lo que podía reclamar?. No quiso entrar en pormenores filosóficos, ni antropológicos, solo se contentó pensando que no era normal estos calores en Julio. pensó que lo mas justo y suficiente por el momento era maldecir al "cambio climático" mientras veía con desazón que una pequeña e incipiente araña trepaba alegremente por la pared que mira al patio.
R.C, 09.2019
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