Todos los días oraba para que Dios le sacara ese ser que la habitaba. No la dejaba en paz ni un instante, la hacía estremecer como si un demonio se hubiera encarnado en ella. Fue a la iglesia para que le hicieran un exorcismo, pero el demonio no se quiso ir, pese a los esfuerzos del obispo. Desesperada fue donde un brujo que le vendió un brebaje para que se lo tomará a las doce de la noche, ojalá de luna llena. Después que se lo tomará le pidió que pujara todo lo que pudiera. Así lo hizo, pujo tanto que al fin salió una solitaria de cuatro metros.

AUTOR: PEDRO MORENO MORA
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