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La diferencia de estar contigo parte 18
5 años después.
Matías tenía 6 años cuando comenzó a hacer preguntas…
-Mami, ¿Por qué mi papá no vive con nosotros?
-Porque tu papá y yo nos llevamos muy bien y vivimos en casas diferentes.
-Escuché a mi papá Jaime que le decía a mi tío Carlos que te ama mucho.
- ¿Eso dijo? – no pude ocultar mi felicidad.
-Si – los niños y los borrachos siempre dicen la verdad.
Tenía 5 años de ser viuda, mi vida ya no era la misma, tenía un hijo de 6 años que hacía muchas preguntas incómodas, Jaime continuaba con sus estudios, yo seguía sin saber nada de mis padres y David continuaba con sus negocios de los perfumes finos pero mi vida no tenía esa chispa.
Carlos me visitaba con frecuencia, decía que quería estar cerca de su familia, confiaba más en él que en David.
- ¿Jaime ha venido?
-Si. Jaime viene todos los fines de semana - respondí.
- ¿Y cómo van las cosas con él?
-Normales. Cómo siempre.
- ¿Por qué no están juntos?
-Estupideces que no pudimos resolver. Yo me casé con Terry para olvidarlo, pero no pude.
-Entonces ¿Por qué no regresan?
-Tal vez sea el orgullo.
-La vida es corta para desperdiciarlo así – dijo Carlos dando un sorbo al vino tinto que trajo.
Esa misma semana, Jaime nos invitó a su departamento todo el fin de semana. Es un departamento austero, sobrio para un soltero. Para Matías era fabuloso pasar todo el día con su papá, pero para mí era algo muy difícil porque entre los dos aún existía algo, pero no éramos capaces de expresarlo.
De nuevo Matías nos puso en aprietos.
-Papá…
- ¿Qué pasa hijo? – preguntaba Jaime.
- ¿Por qué no te casas con mi mamá?
Jaime y yo nos miramos apenados por los comentarios inocentes de Matías. Nos sentamos en el sillón a mirar una película. Matías se quedó dormido y lo acosté en su cama. Era tarde, llovía, tomaba un vino, miraba por la ventana hasta que…
-Matías duerme profundamente – Jaime estaba detrás de mí.
-Es muy dormilón y preguntón – le respondí.
- ¿Qué piensas? – me preguntó.
-Supongo que Matías tiene razón ¿Por qué no nos casamos?
-Yo me imaginaba formando una familia junto a ti – se detuvo – he sido un imbécil todos estos años. No supe apreciarte. Eres una extraordinaria mujer. Yo sé que estas molesta conmigo y que sientes rencor por todo lo que pasó y no te culpo.
-Tú también eres extraordinario – le dije y lo tomé de la mano – acepto que estuve molesta contigo y sentí rencor por ti, pero eso quedó atrás.
- ¿Dónde quedó lo que nos prometimos? –expresó y sus ojos estaban llenos de tantas cosas que no sabía cómo decirlas.
Era demasiado perfecto para ser verdad, el teléfono sonó.
Continuará…
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Texto agregado el 21-11-2020, y leído por 98
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