Corrí tanto hacia adelante
y durante tanto tiempo
que hoy me sorprendió tu recuerdo
como alguien que pasa en bicicleta

Te miré después de años

Pero, en verdad,
me pareció que descubría un faro
o una bandada de pájaros blancos
que vuelan muy
muy alto

Ya ves, lo asumí
ya no me duele nuestro pasado
porque el tiempo te enseña y a mi me enseñó
a darme la vuela para ver tus huellas
en el preciso momento que te soltabas de mi mano

Después te veo caminar tan rápido
eligiendo otro futuro sin rendirle cuentas a nadie
Como si fuera mi deber conformarme
con todo aquello que dejaste a tu paso
(además de mi voz resignada a tu nombre)

En aquel tiempo
te soñaba en la vigilia y te vivía en los sueños
y a fuerza de recordarte
ponías mi mundo al revés
con ese sabor siempre amargo
de quien caminó sobre las nubes
pero que ahora se rompe, una y otra vez,
contra el suelo

¿A quién se lo habrás regalado?
Digo...
al cielo
Eso mismo me pregunté durante años

También
¿quién se tirará hoy sin paracaídas en tus brazos?

Porque no admitías a nadie
que hiciera cuentas o midiera los riesgos
o se pusiera una escafandra
para descender a lo más profundo de tu mirada
a esos ojos tuyos que de tan hermosos
daban miedo

Hoy me pregunto si te acordás
de tu tiempo a mi lado
Si te diste cuenta de lo feliz que yo era
y si imaginás que a veces miro por la ventana
como quien espera palomas mensajeras
o solamente una respuesta

Pero no, por favor, no lo hagas
las palomas deben quedarse
en el palomar
que hoy prefiero mirar el cielo e imaginar
esa respuesta que, de todos modos,
nunca llegará