Llegó muy cansado a su casa. Se acostó de inmediato, al rato empezó a soñar. Al comienzo le pareció agradable que empezarán a caer y caer hojas de calendario sobre él. Cayeron tantas hojas que empezó a fatigarse. No era para menos, cualquiera podría asfixiarse en esa multitud de hojas blancas. Imploró al santo de su devoción para que no cayeran más. Como si fuera dueño del destino se detuvo la avalancha de hojas. Respiró con más facilidad que hacía un rato, luego dijo:
-Pensé que moriría sepultado por esa avalancha de hojas
Apenas pronunció esas palabras, cayó una hoja más sobre su cuerpo. Al otro día lo encontraron muerto, había cumplido noventa años y un día más.
AUTOR: PEDRO MORENO MORA
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Texto agregado el 10-11-2020, y leído por 134
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