Los cubatas que llevo ahorrados desde que empezó la pandemia- dijo para sí mismo Ceferino Pérez. Tanto era así que su mujer había empezado a hablarle de nuevo. El siguiente paso- se seguía diciendo- va a ser volver a trabajar. Y hete aquí que lo hizo. Y así fue cómo se hizo- valga el redundar- verdad- al menos en su persona- aquello de que "no hay mal que por bien no venga".
No obstante, con los compromisos laborales- era un profesional de ventas- empezó de nuevo el alterne con clientes ávidos; por lo que su mujer le retiró de nuevo la palabra. Ceferino había leído a Nietzsche- era un vendedor precavido- con lo que tal retorno lo contemplaba desde parámetros filosóficos, no "desperando" más de lo debido.
Así se dio cuenta de que la vida era un ciclo que giraba única y exclusivamente en torno al vino- al menos en occidente, se planteaba. Aquel rincón etílico hacía que las cosas fueran circulares, sin aristas, al precio de quitarle a la vida todo lo que tenía de novedosa aventura.