Siempre se soñó en el paraíso, pero en el último sueño le dio mucho miedo, pues lo sentenciaban a muerte. Con gran esfuerzo logró calmarse, al fin de cuentas es solo un sueño que al despertar se habrá desvanecido como el humo, eso fue lo que pensó. Apenas se despertó se pellizcó para comprobar si estaba vivo pues en el sueño lo fusilaron. En efecto, estaba vivo. Al rato llegó su profesor de literatura a leerle un cuento en que también lo sentenciaban a muerte. Apenas terminó de leer el cuento le dijo al anciano lo siguiente:
-Tan solo es un cuento.
El anciano antes de marcharse le dijo:
Volveré cuando pueda, mientras tanto reflexiona sobre el cuento que te acabo de leer. En algunos cuentos que he leído me he visto a mi mismo en el personaje, Adiós.
Beto se quedó un poco preocupado por lo que le dijo el anciano. Salió a trotar al rato, pues le gustaba hacer deporte por la mañana aprovechando que el aire no estaba tan contaminado como por la tarde. Al regresar a casa se bañó de inmediato. A los quince minutos alguien golpeó a la puerta. Fue abrir, primero vio por la ventana quien era. El visitante tenía buena apariencia, por lo cual lo hizo seguir a la sala y lo invitó a sentarse en el sofá de la sala, apenas el hombre se sentó le dijo:
-He venido a matarte
-Por qué me vas a matar si no te conozco, tampoco te he hecho nada malo
-Mi trabajo es asesinar hombres, me da lo mismo si son buenos o malos
-Quién te dio la orden
-Eso es lo de menos
El extraño visitante dejó de apuntarle la pistola, la guardó en el cinto y luego le dijo:
-Por ahora estás a salvo, antes de morir me puedes invitar a un café.
Beto fue a preparar el café, al cabo de quince minutos le sirvió un pocillo de café bien caliente. El hombre la recibió y la puso sobre la mesa que estaba muy cerquita de la ventana. Pasaron diez minutos y ninguno de los dos se atrevía a tomar el primer sorbo de ese exquisito café colombiano. La ventana estaba empañada por el vaho que salió de la taza de café. El visitante escribió con el dedo sobre el vidrio empañado "hoy te mueres". Luego le dijo a Beto:
-Tienes algo de que arrepentirte
-De nada en absoluto, pues he sido un hombre bueno
El visitante sacó de nuevo la pistola del cinto y le disparó en la cabeza a Beto que murió en el acto. Luego se tomó el café de beto y se comió el pan de Beto. Antes de irse guardó el pan en una bolsa plástica, agarró el pocillo de café que estaba cerquita de la ventana y salió a la calle. A los diez metros se encontró con un indigente hambriento y le dio el pan y el café, pues le gustaba ayudar al necesitado. Mató a Beto por unas diferencias que tuvieron en la escuela cuando eran chicos. El hombre con el paso del tiempo se había vuelto sicario y aprovechó su trabajo para cobrar venganza, esta vez lo hizo gratis porque Beto era casi que un santo. A la media hora llegó el cuerpo técnico de inteligencia a realizar el levantamiento del cadáver del indigente y de Beto pues un amigo había ido a visitarlo y lo encontró muerto. Nadie escuchó el balazo porque el asesino era profesional. A cuatro cuadras del suceso infausto encontraron muerto de seis balazos en la cabeza al sicario que mató a Beto.
AUTOR: PEDRO MORENO MORA
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