El acusado se puso de pie y escuchó la sentencia a ojos cerrados.
Sentado en la última fila, observé su rostro enjuto, la piel pálida y el cuerpo tembloroso. Se apoderó de mí el mismo malestar que he sentido en ocasiones similares.
Uno se pregunta sobre el bien y el mal, y en mi caso jamás he hallado respuesta. No creo en los castigos; tampoco comprendo esa necesidad de venganza que domina a la gente.
Aquel día odié aquella incómoda situación. Pero las ansias de matar son difíciles de reprimir. Por suerte siempre aparecen personas para cargar con las culpas. Solo precisan un poco de ayuda de mi parte y algunas pruebas falsas sembradas por ahí.
Lo declararon culpable, ahora debo buscar a otro tan inocente como él.
Texto agregado el 04-11-2020, y leído por 153
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Lectores Opinan
22-11-2020
El muy malvado! Tan empático que parecía! Muy buena narración! Felicitaciones! Clorinda
06-11-2020
Un texto breve muy bien llevado y resuelto. Felicitaciones por él. maparo55
05-11-2020
Sorpresa ante el narrador nada de santo... Un abrazo, sheisan
04-11-2020
—Primero pensé en conjeturas de un abogado, pero como estaba sentado en la ultima fila no me queda más que pensar en una victima de ocasión, en un testigo profesional e incluso en el verdadero culpable. Interesante cuento para reflexionar sobre el bien y el mal. —Saludos vicenterreramarquez
04-11-2020
Y cuántos inocentes habrá en las cárceles...Está bueno! MujerDiosa