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Inicio / Cuenteros Locales / hgiordan / POR UNA PUERTA EQUIVOCADA 3

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PARTE 3
Ella salió contenta de la cocina con su café humeante recién hecho, pero a mitad de camino su cara cambió, sus piernas no la sostenían y tambaleando, con la bandeja tintineando entre las manos, llegó hasta él. A duras penas, porque allí decididamente se le desplomó a sus pies. Él quiso sostenerla a tiempo, pero se le escurrió entre los brazos y ese café tan esperado quedó servido y derramado sobre la alfombra...
Un trance así no lo imaginaba, de incógnito en una casa desconocida y sin saber cómo actuar en soledad....Esta situación lo superaba ampliamente, no recordaba los primeros auxilios y solo atinó a acomodar ese flácido cuerpo en ese mismo suelo, entre esos almohadones que en el sofá eran inútiles, y esperar no sabía qué, irse y abandonarla en ese estado sería de un cobarde criminal. En ese momento de tremenda incertidumbre, ella pudo balbucear algo que al menos dió una pista de lo que le estaba pasando: baja presión… baja press… Sí, un segundo antes de que se desvaneciera. Entonces sal, necesito sal, se dijo el hombre varias veces camino la cocina, sin darse cuenta que ya era tarde, porque cómo suministrársela ahora. Resueltamente debía pedir ayuda, volvió sobre sus pasos y se abalanzó sobre el teléfono, pero sus dedos nerviosos tampoco acertaban a qué numero de “emergencias” llamar, ya lo sabía, su mente nunca respondía bien bajo la presión de una exigencia tan emocional ...
Ya estará por llegar ese bendito portero se dijo para calmarse, y yo no puedo dejarla sola así y salir a buscar otro tipo de asistencia. Falsa esperanza, después de un rato interminable nadie apareció, y tampoco ella reaccionaba por sí misma...
Sin saber cómo seguir en este apuro, la llevó alzada hasta el dormitorio, cuidadosamente la puso sobre la cama, se sentó a su lado y rogó que ese casi imperceptible respirar suyo no se cortara frente a él…Esto lo mantenía en vilo y su impotencia lo aterraba. No quería tocarla, ni siquiera tomarle el pulso, no era él un médico con el permiso otorgado de manipular los cuerpos de sus pacientes, a cortos intervalos la controlaba colocando un oído sobre su pecho, con recato, sin contacto directo, y así apenas escuchaba el pausado latir de ese corazón en problemas…
Después de unos cuantos angustiosos minutos, cuando él estuvo a punto de abandonar esta custodia inútil, ella volvió en sí. De pronto abrió sus ojos desmesurados tras esa nuca ubicada todavía para aquel menester. Obviamente él no se enteró de ese crucial momento, recién se sobresaltó cuando ella rompe su silencio y a boca de jarro, entre risueña y sarcástica, le pregunta:
-¿Cómo anda este corazoncito mío todavía?
Ahí el hombre se incorporó en un santiamén, y tartamudeando como si hubiese sido sorprendido infraganti en algo pecaminoso, contestó ya parado al pie de la cama;
-Funciona, despacito pero funciona.
-¡Ay, qué vergüenza por favor... Mire dónde terminamos... si mal no recuerdo estábamos en el living, y ahora, en un cerrar de ojos llegamos hasta aquí, y así. Yo no sé qué pensará usted, pero desde ya le pido disculpas por este mal momento que está pasando, y no se preocupe por lo mío, siempre me repongo enseguida...
-Bueno, eso me deja más tranquilo... Lo único que lamento es que no haya venido el encargado justo a tiempo. Él debe saber mejor cómo tratarla en estos casos...
-Puff, cierto, el portero! ¿No vino para nada, no?” Acomodándose la cabeza más arriba en la almohada.
-Por acá, ni asomó la cara todavía.
-Debe habérsele complicado el trabajo; porque es raro, nunca me falla.
-Eso ya no importa, Y dígame, cómo se siente ahora ¿un poco mejor?
-Digamos que sí, todavía con un poco de sed. ¿Sería tan amable de alcanzarme ese vaso con agua, por favor…?
Como derritiéndose se lo pidió, y él se sintió abochornado por no habérselo ofrecido antes.
-Pero cómo no, ¡Qué torpe soy!, En verdad yo también debería confesarle algo; para médico no sirvo. Ya lo comprobé, ni a enfermero llego.
-Y, sí, cada cual en lo suyo. Yo ya estoy habituada a esto, me las estoy arreglando sola últimamente... Porque no es nada, me baja la tensión arterial cada tanto. Es emocional, cuando algo me choca fuerte, ahí puff… Yo nunca recibo a un extraño en mi casa, sola, pero hoy quise hacerme la guapa y mire cómo me salió, para la vergüenza digamos…
-Bueno…de esto olvídese, piense en ponerse bien y nada más, ya está. .
- Sí, tiene razón, la primera vez que me pasó esto fue cuando murió mi mamá, sí… Pero como usted dice; ¡Olvidemos todo, basta de tristezas por hoy, basta por favor!...Y usted puede ayudarme si quiere... Le pido que no se vaya todavía, acompáñeme por lo menos hasta que llegue el encargado. A veces me vuelve un poco el mareo al bajarme de la cama. Si no es mucho pedir, digo yo.
Para una persona como él, tan responsable, le hubiese resultado imperdonable dejar a una persona sin recomponerse del todo. Y aunque pudo haberse desligado abiertamente de este compromiso diciéndole que saldría a buscar a ese tan mentado encargado, o a un médico en última instancia, ni siquiera lo intentó. Esta mujer, por uno u otro motivo, sabía cómo retenerlo en cada momento dado. Ya había demostrando ser una hábil manipuladora desde su papel de atormentada sin consuelo. En realidad, ella, calladamente estaba pidiendo a gritos un amorío urgente, un resurgir digno de ser vivido y no lo dejaría escapar así nomás…
Ya le había pedido agua y se lo recordó con voz cantante. Él no había cumplido esa demanda por escuchar su comentario anterior con la atención debida, y se lo hizo comprender aclarándole enseguida: -Tiene razón, pero los dos nos estábamos olvidando del agua- Ahora sí, diligentemente fue y tomó el vaso, pero al volver desde la cómoda rodeando la cama, casi se cayó al tropezar con un bulto que segundos antes no estaba sobre el piso. Como por arte de magia la ropa de esta mujer apareció tirada allí, hasta la más íntima, mientras ella quedaba con solo una sábana cubriéndose…
Suficiente para este hombre, al que le costaría salir de esta embrollosa situación. Entonces, urgentemente: -Bueno, bueno, aquí tiene su agua, así que tómela despacito, despacito y despacito mientras yo me estoy yendo.
Ella bebió toda el agua sin respirar y pidió más –Disculpe, me agarró un golpe de calor... ¡Estas lozas radiantes son insoportables, ya deberían estar apagadas, a mí me dan mucha sed!- se quejó flameando la sábana para ventilarse, tapando y destapando rápido como si nada pudiera verse desde donde este hombre estaba.
Esta ocurrencia superaba a la anterior, era completamente inadmisible, y ya se encaminaba hacia la puerta a paso resuelto. Pero, -¿cómo que se va?- grita ella desencajada y agitando el vaso vacío en el aire… Y tonto él, pegó la media vuelta para recibirlo y quedar nuevamente a su merced bien agarrado del brazo, de donde ella tironeará hasta dejarlo otra vez sentado a su costado y muy quietito ahí por favor....

Sí, por favor que sigue ...

Texto agregado el 02-11-2020, y leído por 88 visitantes. (5 votos)


Lectores Opinan
20-11-2020 Vaya, la cosa se puso para horario no apto para menores. Me quedo acá para ver que sigue. guidos
07-11-2020 Ella parecia timida, pero nada que ver y el es medio corto de caracter porque deberia haberse ido hace rato, viendo que ella es medio rara. jaeltete
05-11-2020 Ohhh,ella es una mujer manipuladora;pero también enferma,ya que no es menor ese desvanecimiento... Creo que él es tanto o más extraño que ella ya que no tiene la capacidad de pararse e irse. Sigue ahí sin ningún interés,/// ya que no provoca nada en él,solo desagrado.***** Veremos que pasa.... Un abrazo Victoria 6236013
02-11-2020 Leído y seguimos avanzando en la historia ;) Un abrazo, sheisan
 
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