Despierten al amor.
Se aletargó e hibernando en sí mismo, enroscado,
yace, haciéndole al mundo perder el tiempo,...
Se encerró con siete cadenas, se puso máscaras,
seguro fue, cansado de no ser escuchado, ni descubierto.
Desenmascárenlo.
Se llenó de prejuicios y se volvió exquisito.
Tráiganlo a lo corriente.
Ábranle los ojos, los oídos, la voz, anímenlo.
A creer en sí mismo, ayúdenle.
Convénzale de que aún tiene tiempo,
porque yo ayer lo vi y hoy, de soslayo, y se quejó
de que es corta la vida.
Ayuden al amor, mis semejantes,
mis hermanos, sé que lo son,
hermanos en tantas cosas...
Pues existe, porque es más poderoso
que el Mal y la Indiferencia.
Pero se ve menos.
Ayúdenme, que sola yo no puedo,
a decirle que es bello, y accesible.
Cuántas veces no lo vemos y está aquí,
traspasado de polvo, y de tiempo.
Cuántas y cuántas veces no creemos en él.
¿No lo oyen? está gritando, pidiendo auxilio,
muere,...
Desenterremos al amor,
traigámoslo de alta mar antes de que se ahogue.
Por favor.
Pongámoslo de una vez encima de la mesa,
en una jarra de cristal, como se pone el agua limpia.
Y bebamos, y llevémoslo adentro.
Porque amar y ser amado a la vez es lo más difícil y lo más bello.
Lo más difícil, antes de liberar al amor.
|