Dicen las leyendas que las brujas ,en los albores de su historia , amaban el colorín y que sus vestidos eran rojos, amarillos, rosas, violetas..., en tonalidades intensas.
También cuentan que , cuando empezó la caza de brujas, allá por los siglos XVI y XVII, especialmente cruenta en Alemania, el duelo y el luto asolaron a la población de hechiceras y magas, que pusieron de moda el color negro del luto en sus vestimentas como expresión de su tristeza.
La moda también llegó a Zugarramurdi donde la delación llevó a la quema de once brujas. El humo, las cenizas y los huesos carbonizados entronizaron el negro como forma de vestir.
Interpretaciones menos trascendentales e incluso jocosas apuntan a que la elección de ese color se debió a que los testigos de las invocaciones al diablo, las apelaciones a los muertos y demás ritos satánicos estallaban en risotadas cuando veían a las brujas vestidas de rosa fucsia. Que no se creían al personaje , vamos, ataviado tan frívolamente de color chicle.
Que fue por eso por lo que cambió la costumbre y las hechiceras se empezaron a vestir de negro, un color más afín y creíble con las agentes del mal, que querían inspirar miedo y no risas.Pues el mal viste de oscuro. Pega con el negro. Negro azabache, de color cucaracha .Y se acabaron las francachelas de los concurrentes que cambiaron risas por terror.
E incluso algunos eruditos en el tema arguyen razones más pedestres como que todo vino por ir a juego con el color de sus inseparables gatos negros.
Aquelarres,hechizos, pócimas, hierbas, gatos negros, escobas y vestidos oscuros como noches de noviembre componen el imaginario clásico brujeril.
De miedo , en especial , el Día de difuntos, su gran noche. |