PARTE 2
-Tiene razón, me tiro para atrás, es que de jovencita tuve un par novios que me duraron tan poco… Pero bueno, basta de recordar, mejor que volvamos a ese amigo que está buscando. A decir verdad no creo que viva en este piso, la única soltera soy yo, los demás departamentos son de matrimonios con chicos… Usted se equivocó de piso, señor, supongo que ahora tendrá que seguir preguntando en los otros, arriba, abajo, no sé… Salvo que acepte mi colaboración de buena gana. ¿Qué me contesta ahora?.
-(¿?)…¡Que sí por favor, estoy en un buen lío...pero rápido, aquí y ahora dígame cómo me puede ayudar…
-Fácilmente; preguntándole a la persona indicada; al portero del edificio.
- Yo lo quise hacer, no estaba en la entrada.
-Puede ser, pero ya sé dónde encontrarlo, vive en el último piso y desde acá puedo llamarlo por el interno. Así que más que le pese, tendrá que pasar.
Y este hombre, molesto, harto de todo, entró. - Póngase cómodo en este sillón le indicó -Corra esos almohadones y hágase un lugarcito que yo enseguida vuelvo. ¡Ah!.. Y no mire el desorden... es que últimamente me estoy poniendo bastante haragana y no sé por qué”…
Se excusó mientras se encaminaba con apuro hacia la cocina y derecho al intercomunicador. Él, mientras tanto, se acomodó como pudo, incómodo con las piernas apretadas entre tantos cojines que no hacían otra cosa que estar de más. No obstante, pudo encender un cigarrillo sin preguntar si se podía fumar. Lo hizo como un acto de rebeldía, por no tener a esa mujer enfrente acorralándolo con sus ocurrencias una tras otra….
..Y tuvo un tiempo muerto suficiente para observar detenidamente dónde estaba; Por lo que pudo ver, en un típico departamento para solteros, en este caso de una solterona, de un solo dormitorio y una cama de dos plazas. Para alguna incontinencia supuso capciosamente, ya que no encontraba nada peculiar, íntimo, que hablara algo más de su dueña, solo una foto sobre la cómoda, de ella siendo muy joven, con una mujer mayor que podría ser su madre… Sí, todo lucía despojado: un teléfono en ese mismo mueble, sobre una carpetilla bordada al crochet que era lo más artesanal que se destacaba. Ningún indicio permitía captar la idiosincrasia o los gustos particulares de esta mujer. Era un hábitat despersonalizado. Allí, tanto podía vivir una estudiante, una policía, una enfermera, una prostituta, una anciana o una drogadicta por citar mujeres…Esta persona era desdeñada y desaprensiva consigo mismo. Se notaba en lo descuidado que estaba todo, “es raro con el tiempo que tiene de sobra esta mujer sola”, pensó mientras a la par imaginaba cómo estaría el departamento de su amigo, el meticuloso, el cuidadoso… Con esa misma distribución y comodidades; seguramente amueblado al mejor estilo de moda con una pulcritud que asombra…
De pronto, ella interrumpió estas elucubraciones gritando, desde la corta distancia que hay entre la kitchenette y el living donde él esperaba ansioso:
-Ya estoy llamando al portero… voy a preguntarle por su amigo... ¿Usted sabe su apellido, no? (¿?) -Por supuesto. Contestó molesto el hombre esta obviedad…
“…Bueno, en cinco minutos está acá, quiere atenderlo personalmente. No lo tome a mal, pasa que este señor es así de desconfiado con los desconocidos... Y tiene razón, es su trabajo y lo cumple al pie de la letra, más que nada por mi seguridad, comprende… Aunque yo sé cómo cuidarme, soy grande...
-Supongo que sí, si me hizo entrar... Y por lo del encargado, no lo tomo a mal, está en su derecho el hombre...
- Ah sí…Es como un padre para mí, o un abuelo no sé, porque escuche y no se asuste que se lo cuento cortito: Primero murió mi papá, el pobrecito, y como después se enfermó mamá, tuvimos que vender la casa de campo donde vivíamos y comprarnos este departamentito para las dos. Así pude pagar los medicamentos hasta que ella murió también… Hace un poco más de tres años que vivo sola, por eso este buen hombre me tomó como su propia hija, y me cuida tanto que casi no me deja salir a la calle, es obsesivo... No sé, tendrá miedo de que me lastimen por ahí, que me asalten o que me violen a esta edad, no sé… Pero qué se le puede hacer, no me puedo negar...
“Sí, clavado, es una re-solterona. Como para no, vueltera como ella sola y encima tirando a fea. Con una vida de mierda, absorbida por la enfermedad de una madre, y ahora, por este portero que no se le despega nunca. Como para no ser parca la pobre”, conjetura el hombre, y ya se queja porque tarda más de lo pensado en volver de la cocina. –Escúcheme por favor... ¿le pasa algo que está tan callada ahí?...
Un poco más del mismo silencio y después:
-A mí nada, estoy pensando.
¿Ah sí? Claro, cuando se piensa no se habla... Y dígame, cuándo podrá llegar el encargado, se está demorando más de la cuenta… Espero que después de esta amansadora pueda encontrarme con mi amigo tan querido. ¿Qué opina usted, tendré esa suerte?...”
-Sí, sí, seguro que se demora porque está revisando las calderas que no andan muy bien… pero no se preocupe, tenga un poco de fe y paciencia... le contestó apoyada en el mesón para al ratito añadir: “¿Le preparo un cafecito mientras tanto?
-Puede ser, si... Resignado, acepta él.
-En un momentito se lo llevo... ¡Ay por Dios! se me terminó el azúcar... ¿Es lo mismo con edulcorante?
-No, no es lo mismo. Pero puede salir a pedirle a un vecino, si quiere...
-¿Le parece, ahora?
- ¡Pero no, no me parece!. Es la misma broma que le hice en el pasillo… Y no se preocupe, yo lo tomo amargo. Sí,hoy todo bien amargo para mí, sí, sí.
-¡Ah claro, me estaba tomando el pelo!… y sí, es un gran descuido quedarse sin azúcar!...Yo tomaré agua nomás, el café me cae fuerte... Pero mire cómo son las cosas, esta mañana hice el pedido de mercaderías, y cuando le abrí a usted creí que era el cadete del Supermercado.
-Y andará equivocándose ese chico también por los pasillos.” Ironizó él, mientras ya escuchaba ruidos de metal contra porcelana en otra larga espera que volvería a soportar…
-¡Y ahora qué pasa con ese café que no llega nunca! ¡Va a demorar más que el portero!
-No se ponga así por favor. Tuve un problemita nada más. No veo bien y le erré al pocillo con el agua, pero ya estoy calentando de nuevo.
El hombre estaba bufando y se aprontó a sobrellevar una tardanza interminable como un castigo del cielo. Entonces, sobre ese mismo sillón, ubicó con justeza sus codos sobre las rodillas y con las palmas sobre las sienes se las apretó fuertemente, no quería que se le partiera la cabeza en dos en casa ajena... Esto era demasiado sufrir, hasta que por fin le llegó: -Bueno, bueno, ya voy, todo bien calentito vaaaa…
Va a seguir…
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