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HISTORIAS CLANDESTINAS


II. EL OTRO HUEÑECITO
El secuestro



Héctor regresó a las semanas a casa de Lucía y así cada quince días caminaba hasta llegar donde el pequeño amigo, hubo una ocasión en que debió ausentarse obligadamente de visitarlas y perderse de la vida casi tranquila en esos lares por aquellas épocas, los años 80, lo que hacia que fuese tan odioso el estado dictatorial que se vivía acá en el sur del mundo.

Una tarde, ya de regreso a la pequeña ciudad luego de un nuevo plato de arvejas y los casi amargos mates, (ese año la cosecha de arvejas había sido muy buena por lo que en casa de Lucía habían muchas) en cada visita, un plato de arvejas era el almuerzo, ese día acompañaba a la legumbres, un trazo de cerdito asado.

Deshacer el camino, llegar al paradero y esperar el bus, esa tarde hay calor, en el refugio de madera, dos mujeres mapuche esperan el bus hacia la capital de la provincia, madre e hija, edad indefinida la madre, pueden haber sido 35, 45 o 50 años, la hija menos de 20, el refugio cerrado por tres lados, asegura que los que esperan no se mojen y puedan refugiarse de los vientos del sur, buena cobertura en días de lluvia ya que en el sur llueve con muchas ganas, se nota que en ocasiones la espera es larga ya que hay restos de fogatas, leños de pino a medio quemar, ese día a esa hora, solo ellas y Héctor, al llegar Héctor, la mayor le saluda.
“May mari (buenas tardes o días) huinca”. (1)
“Buenas tardes” responde Héctor.

La mujer mayor lo comienza a mirar en forma insistente, gira alrededor del no mapuche, la mujer mira y mira, hay un dejo de ansiedad y angustia, sale de la caseta y da una vuelta completa por ella, busca algo, la niña le mira también insistentemente, regresa la madre, y pregunta.

“¿De donde vienes?” (Otra característica de la gente de la tierra es el tuteo, no hay en su lengua el usted)
“De casa de la Lucía”, responde Héctor.

“Ah, nunca lo he visto por ahí dice”, nuevamente me mira y remira, otra vez mira atrás de la caseta, lo que para el hombre comienza a ser incomodo y el bus sin pasar de regreso,

“¿Estaba sola Lucía?”
“No, estaba con la madre los hermanos y su hijo”.

“¡ah! Y en que andaba haciendo donde la Lucia”, ataca la mujer. Mirándolo a los ojos, midiéndolo, la hija también busca algo, sale de la caseta, mueve la zarzamora, cruza al otro lado del camino y se mete en el cerco, mueve ramas con un largo palo.
“Comprando lentejas, arvejas secas y porotos”.

“Si, pero no lleva nada, o sea no le compraste nada por que la Lucia no sembró lentejas” –es la mayor, la que interpela a Héctor, luego le mira con más desconfianza
“Claro por que no tenían ya las habían vendido todas, mmmmmm” es la respuesta más seca del hombre.

“Nunca te había visto por acá huinca nunca por acá, de donde eres”,
“¿Yo?, de Cañete”.

“Oye”, -dice la madre- “no has visto un hueñecito un poco más chico que el de Lucía, anda con pantalones azules cortos y una camiseta a rayas”.
No, no he visto ningún niño por acá, estoy acá unos minutos antes de que llegaron ustedes, pero, ¿Que ocurre?

“Sabe, esta mañana se perdió mi nieto, que es el hijo de ella, parece se lo robaron, ya se han perdido varios hueñecitos”
¿Lo buscaron bien en el campo? Quizá salió persiguiendo a algún perro o algún pajarillo.

Si, miramos todo y no está por ningún lado, ¿Tai seguro que no lo has visto?
No, no he visto a ningún niño acá esperando la micro y tampoco a algún mayor que haya ido con un niño pequeño.

Si, pero, tu eres el único huinca que ha venido por acá hoy, y yo creo que se lo robo un huinca.
No, ¿Para que quiero un niño?

“P´a venderlo poh, si son varios y se que andan unos huincas robando niños que los venden por mucho dinero”. - dice mirando a los ojos a Héctor- Este ya no da más de los nervios, piensa que si pasa alguna patrulla hasta ahí va a llegar, por ello espera que pase el micro y este se atrasa, hace ya más de media hora que debió pasar por allí.

Ambas mujeres recorren el lugar, buscan por todas partes, llaman al niño que no aparece.
“¿Donde van?”.

“”A Cañete a la comisaría pa denunciar el robo”
“Que bien, pero busquen de nuevo”

“Si”, al unísono responden, “los hombres andan buscando”

Al fin pasa la micro, suben, no pierden de vista a Héctor, éste, está muy alterado ya que había salido de la capital al sur luego de haber estado un día en la policía, avanza el bus hacia la ciudad y Héctor avanza hacia el fondo del bus, el pasillo va atochado de personas y bolsos con ropas o cosas para vender y pasar de alguna forma antes de la próxima cosecha, llega hasta la puerta trasera quedándose allí, ha trazado un plan para salir de ese trance. Ellas van en la puerta delantera mirando a Héctor y escudriñando a cada pasajero, los hay que se conocen otros no mapuche como Héctor son mirados con insistencia, cada niño es mirado una y otra vez.
Media hora demora el viaje, larga media, al entrar a Cañete, en la primera parada Héctor baja
Por razones muy particulares que nada tienen que ver con el niño perdido Héctor tomo el primer bus hacia la costa, hacia Lebu, que está a dos horas de Cañete. Lo único que hace es pasar por donde vive y avisa que va a estar unos días fuera de cañete y que si llega algún compa le digan que se movilice para la nueva residencia, les cuenta del niño y que era posible que lo hayan mencionado en la comisaría, que no se asusten, una semana en la otra ciudad hasta que se considera pasado el riesgo.
Pasan los días, no hay visita a Lucia hasta que un mes después. Un día paseando por el mercado de la pequeña ciudad se encuentra con ambas mujeres que se ven tristes, le miran, en sus rostros se lee el dolor, la madre saluda a Héctor, y le dice que era cierto que había estado donde la Lucía.

“Somos primas” –le dice- “y también me han dicho que es buena persona, al niño lo encontramos hace tres días, ya estaba muerto, lo tiraron en un zarzal, estaba muy mal, le faltaba un brazo un pié y su cuerpo mordido se lo habían comenzado a comer cerca se veían unos traros, deben haber sido algunos chanchos salvajes que andan en la zona”.
“No se preocupe por nosotras, no lo hemos denunciado, pero al niño lo habían robado, como comenzamos a buscarlo con mucha gente no pudieron sacarlo, deben haberlo muerto y lo luego lo lanzaron a las zarzas para que lo comieran los animales”.
“Lo habíamos buscado casi todos los días, muchas veces levantamos la zarza en donde estaba, cuando quiera vaya donde la Lucia no más”.

Se volvieron a encontrar muchas veces, siempre caminaban ambas con la cara de tristeza por la perdida del hijo de una y nieto de la otra, ese hueñecito, no alcanzó a ser conocido por Héctor, más, seguramente lo habría encontrado re feo.

(por aquellos años, muchos niños fueron secuestrados en esos campos, se decía qué había algo así como una banda que se dedicaba a eso, robar peques y venderlos, algunos fueron vendidos a gente sin escrúpulos que negociaron con ellos, haya sido para que fuesen adoptados por familias en Europa, o para comercio de órganos, lo más probable que el hueñecito fue robado y al no ver posibilidad de sacarlo, lo mataron, botándolo cerca de su casa, no era posible que haya vagado vivo por tantos días sin que nadie hubiese oído su llanto, llanto de niño perdido y en un mes habría estado absolutamente descompuesto, y no lo estaba, algunos decían que a los peñi (2) mala leche les pagaban unos 300 dólares de la época y que mas o menos 10.000 les redituaba la venta)

Así que ahora además de feo, casi acusado de secuestro...............

Glosario:
1.- Huinca, palabra castellanizada, en los tiempos de la colonia, los mapuche llamaron HILCA a los conquistadores, ellos, los andaluces, catalanes u otros, entendieron Huinca. La sociedad mapuche estaba en una etapa muy atrasada, una sociedad primitiva, aun dominio solo de la tierra y la piedra, sin conocer os metales. No se conocía el robo, por lo que el termino ladrón no existía en esa sociedad.
HILCA concepto que implica, acaparamiento, quien lo quiere todo para sí, como los españoles llegaron llevándose todo lo que encontraron, desde las mujeres a las cosas de la zona, los mapuche les llamaron Hilca, hoy por hoy, dos valores, a.) ladrón y b) gente no mapuche.

2.- Peñi. Hermano, palabra con la que se designan entre hombres, los hombres son hermanos, ellas solo mujeres, es decir, lamien, lamuen, malen, según la zona.


Texto agregado el 03-10-2004, y leído por 382 visitantes. (6 votos)


Lectores Opinan
14-06-2006 Bueno, muy bueno. Se lee, se vive y se siente. ***** SorGalim
21-01-2005 Excelente relato. Hace unos años se publicó en los medios que en Bariloche (Arg.) funcionaba un centro de comercialización de niños, teniendo como principales víctimas los hijos de nativos. Se decía que el destino eran los países escandinavos, y la lógica más elemental indica que los llevarían para el comercio de órganos, dado que es difícil imaginar a la gente de ese lugar adoptando niños mapuche. Lo más terrible debe ser que el problema difícilmente se haya resuelto. Felicitaciones. saraeliana
18-10-2004 Una realidad tan dura plasmada de una forma tan natural, con un Hector tan real, tan cotidiano... Selkis
13-10-2004 !qué fácil te resulta trasmitir una realidad, qué dificil, después, haberla leído y olvidarla. Gracias a esa palabra que denuncia. tristana94
12-10-2004 Muy bien llevado el texto. Es una vergüenza el sufrimiento de los indios. Lo has plasmado muy bien. Un beso. marimar
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