Con la Banca hemos topado
La Banca hace tiempo que anima al usuario a la banca online. Son las directrices que imponen los gerifaltes, así que no sirve pagar el cabreo con los empleados, unos meros " mandaos"; pero como son estos los únicos que se visibilizan, pues acaban pagando el pato.
A mí me gusta callejear, así que nunca compro por Internet .
Me gusta ver rostros humanos que me venden algo o me resuelven una duda.
Yo tengo una oficina bancaria cerca de casa. Me resisto a hacer mis gestiones por ordenador. No me da la real gana.
Pero, ¿ y la gente mayor que no tiene ni ordenador ni conexión a Internet en el móvil?
Me consta que las gestiones a través del ordenador( compras, ventas, consultas...) tienen cada vez más adeptos ; no obstante, todavía vivimos algunos trasnochados, cuyos derechos deberían ser respetados , digo yo.
Acumulo en mi haber un sinfín de agravios en los últimos meses , realizados desde diferentes entidades:
En verano, la sucursal de un banco de mi pueblo redujo en agosto la atención al público a dos días semanales. Las colas que se formaban eran tremendas. Y el discurso, siempre el mismo: use la banca digital.
Otro desafuero: cada vez que iba a la oficina , tropezaba con un empleado distinto, lo cual obliga a empezar de nuevo a relatar el caso.
Me habla otro día un empleado, el que parecía el fijo de la oficina, de los casi nulos riesgos de un fondo de inversión y pierdo 700 euros en un mes. El mismo, que me dice que me tendrá sobre aviso de las fluctuaciones, se va de la noche a la mañana a otro destino y ni avisa.
En una segunda entidad ni siquiera disponen de momento de un plan de pensiones que no entrañe ciertos riesgos.
Hoy llamo a otra oficina de Salamanca , de una tercera entidad
, en este caso Caja de ahorros. Quiero saber si me están cobrando comisiones pues es una cuenta con no mucho dinero.
- Haga uso de la banca digital- me dice una voz de mujer.
- No tengo- le informo, tras de lo cual me cuelgan el teléfono.
Intento llamar fallidamente a lo largo de la mañana. Me cabreo. A la desesperada , llamo a la oficina de mi pueblo. Cuento lo sucedido. Me comunican que me han cobrado 21 euros en abril de comisión, aun cumpliendo con requisitos que impiden el cobro.
Me voy sofocando cada vez más , lo cual no conviene a mi hipertensión.
Estamos desprotegidos e indefensos con nuestros propios ahorros, expuestos a la tradicional usura de los Botines, Ratos y demás ralea.
Se lo cuento a mi Santo a la hora de comer , que me dice que , dado que ahora la banca no solo no te da un duro por tener tu dinero sino que te lo quita con las comisiones en boga, lo mejor es guardarlo debajo del colchón, como hacían nuestras abuelas.
Y me viene a las mientes esa escena de película en que unos cacos intentan dar con la combinación secreta de la caja fuerte de una mansión , instalada tras el cuadro del bisabuelo, el fundador de la hacienda, y me río; y me río aunque el asunto gracia no tiene ninguna.
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