Me descubro
Detrás de unos arbustos
¿Quién diría?
Desplomada justo allí.
Un allí tan irrelevante
Que a través de él nada se viera
Más que un impensado verdor
Interrumpido
Donde se gasta la mirada.
Sólo me observo.
Aunque estoy de paso
Mis atónitas pupilas se detienen
A definir el contorno
Que ese Yo marca en la tierra
Florecida en un rosáceo desteñido
El que más que brotar se hunde
Fingiendo raíces caprichosas,
Dedos, huesos que reniegan
Del secuestro al que los somete el suelo.
Me compadezco del cuerpo
Pero no lo despierto
Podría acometerle algún deseo
Inconciliable con mi vuelo,
O quizá que al verse
A sí mismo con mis ojos, estos,
Asuma que suyos son mis sueños.
Me veo pero no me veo.
No me hago carne de mi carne
Es mi reflejo, sí,
Nada más.
Únicamente eso.
Y ahora que las nubes
No queda otra cosa que un bosquejo.
Me descubro, por suerte,
Me descubro.
Podría tal vez haberme distraído
Y sin saberme allí,
El crepitar de mis alas
Atormentando mis oídos
Me hubiese emboscado en el delirio
De creerme Yo.
De creer que Yo soy mi reflejo.