Hoy os voy a hablar de las dictaduras de tipo anarquista- dijo el profesor Cifuentes a sus cariacontecidos alumnos.
Como era la primera hora de la mañana, nadie protestó, y dejaron a Cifuentes explayarse durante los cuarenta y cinco minutos que tenía asignados.
Aquella noche, el alumno Rebolledo soñó y recordó sus sueños. Hacía tiempo que no le pasaba; hecho que él atribuía a cualquier cosa menos al hecho de fumar hachís. En tal tesitura, sus defensas eran tan escasas que cuando Cifuentes mezcló los conceptos de dictadura y anarquismo no tuvo fuerzas para protestar.
Lo mismo le ocurrió a la mujer de Cifuentes, que se casó con él por pura pereza de decirle no.
Entre tal fuego cruzado me encontraba yo, compartiendo habitación con el alumno de Cifuentes- Cifu para sus alumnos- mentado en párrafo anterior. Todos los marrones ideológicos me venía a mí a parar- por decirlo de algún modo.
Pero lo que colmó el vaso fue aquello de "dictaduras de tipo anarquista". Y tanto es así que un día me armé de valor y me presenté con mi compañero en aquella clase, dispuesto a poner orden en mi vida y en la de los demás.
- Muy bien- dijo Cifu.
" Un alumno con espíritu crítico"- prosiguió.
Desde entonces, Cifu, hace mención a mi persona de vez en cuando como paradigma del pensar por propia cuenta frente al "aborregamiento general". Y es que no hay nada como la distancia y la amplia perspectiva que da.