Tu recuerdo impregna muchos de mis momentos. Tanto que estás ahí, sin estar. ¡... Y es tan triste !
- Ya deben de estar las castañas. Tenemos que ir al campo a recogerlas- dijo hoy Juan.
- Sí, ya he visto castañas en el seno explotado de los erizos otoñales- corroboré.
Y sin previo aviso, me asaltó el recuerdo de mamá, que siempre era la más diligente e interesada en ir a recolectar la cosecha de los dos castaños de la finca. Y acto seguido, me sobrevino el ataque de ansiedad y el ahogo y unas lágrimas, pocas, pues la vida , a base de golpes, acaba por hurtarte todo, hasta aquella facilidad que tenías para llorar.
Y volvemos a casa y , al preparar la cena, vuelvo a recordarte, mamá, cuando me dispongo a preparar la tortilla de espárragos trigueros según me enseñaste, ese manjar que con tanto esmero tantas veces me cocinaste.
Abro tu armario y tropiezo con los dos vestidos que te regalé por Navidades y tu cumpleaños , los cuales no te dio tiempo a estrenar , y que guardo como recuerdo.
Me aplico por las mañanas la crema hidratante de cara, que iba a ser para ti. Y te pienso al verla.
Y lo más doloroso , no tener el bálsamo de tus palabras en nuestras habituales conversaciones ni tus ocurrencias ni tu risa franca y contagiosa ni la belleza de tu mirada verde.
Hago el paseo de las inmediaciones del hospital y se me rompe el corazón , tan vívidos están los días a tu lado en los varios ingresos por tu cruel enfermedad.
Y me pongo a escribir estas líneas para asir tu recuerdo y que no te me escapes, tan lejos, tan dolorosamente lejos, mamá, queridísima mamá, tan viva en mis sentimientos.
¡ Qué profundo y doliente el hueco...!
Las macetas y jardineras vacías del huerto dan cuenta de tu partida.
...Y un número de teléfono en el móvil que no soy capaz de eliminar.