Pero no logro entender; en cambio veo
imágenes inconclusas aunque la ventana
abierta me arroja que silencios
provistos de elocuencia y temores
incrustados, o mejor, encausados por
el borne de la mente que me sientan
en el pilar de baremo.
Con el tiempo; le miro con burla y este
ni se inmuta porque ha estado,
no está y estará siempre; mientras la
falda nocturna como perito del asfalto
estira lo que parecen palisandros
flexibles producto de las sombras y,
el minué de sus dedos
me exhorta deliciosamente, bajo el
haz estrepitoso
de la negra noche.

No sería yo, después de esto, el que
ahora se apodera de mí, y no lo seré
mientras siga bajo las sabanas,
escuchando a Stevie Wonder y los
gatos exaltados entre las estrechas calles
de mi cotidiana vida, infortunadamente…

¡Bah! Solo son pequeñas formas,
dibujadas por la luz del faro que se doblega
ante los inamovibles barrotes, y que
recreo para escapar de alguna forma
o de la única forma que sé hacerlo,
evocando las aventuras
de la sangre, que ha hecho en mí,
la raza típica que soy ahora.
Imaginando voces en el viento,
luchando conmigo mismo de
manera estoica he infructuosa y
construyendo abstracciones que
luego no comprendo.

Y el espejo que me observa, después
de tantos años aun como un extraño.
Miro en él, la tara de un triste “poeta”.