Tiene sentido creer que nuestro planeta tiene zonas que moldean todo lo existente. Y que las divisiones que el hombre hace al territorio, quizá no interfieran con los animales y las plantas. Pero es incuestionable que cuando las parcelas son muy vastas, abarcan topografías y comportamientos climáticos que sí alteran las formas y variedades de éllos.
Sin embarbo, muy cierto es que se reducen las posibilidades, cuando el área dividida, es muy poca. Aúnque, definitívamente, no es imposible. Y tál 'parece' que pasa, con la franja anterior a la línea divisoria entre La Dominicana y Haití. Ya que a los pájaros, nadie puede exigirles permisos, ní ponerles impedimentos al rodaje de sus huevos; y menos a las plantas, el vuelo de sus semillas. Pero, misteriósamente, resulta que 'cruzan' trayendo otras cosas.
Y es lo incoherente, que a éllas: plantas y aves, las llamemos acá, con las decipnaciones del otro lado. Y peor aún, es atribuirles por encima de esos apelativos, colores, sabores y propiedades mágicas. Por lo que, cabría preguntarnos: ¿qué sí en la franja opuesta, hay guineítos del padre, mangos maracatones, cígüas palmeras y caimitos?
Y, sí por casualidad, la respuesta es afirmativa: es porque lo contrario podría ser una 'dominicanada'.
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