Libertad es la palabra que llevo tatuada en el alma, a fuego y sangre.
Nada me amarra, nada me obliga a estar del lado de nadie,
lo que hago, digo o escribo obedece a mi convencimiento, a la locura bella de amar, de reir o de llorar a gritos
por lo que considero injusto,
pero no abrazo las banderas añejas de los partidos políticos,
los nombres putrefactos de quienes han traicionado una y otra vez al pueblo que los levantó.
Mi libertad y la tuya se compone de ocho letras como mi nombre, Patricia.
Cuando voy a una marcha, l
o hago convencida de lo que quiere el pueblo
y no me maquillo para salir en las fotos de mierda,
no hago poses güeonas para tomarme fotos.
Si hoy amanecí lejana para usted,
es su libertad, es mi libertad.
Nada me amarra, me une, que es bien distinto,
a la tierra la voz libre de los que dicen,
de los que se conmueven ante la tragedia,
la opresión, ante la primavera robada...
Ante las palabras bando y cuarentena.
Amo libremente y nunca le pedí permiso
a nadie para amar a quien me ha dado la gana.
Tengo el corazón bien puesto
y late a mil por hora todo el tiempo,
sin banderas, que quede claro,
ningún trapo me amarra y menos algún partido político, jamás de la derecha y nunca de la izquierda.
Amo a las personas, en pelotas, sin banderas,
con el alma desnuda
y si le acomoda ir por la vereda de enfrente, vaya,
cuidado con los perros tras las rejas
y uno que otro desnivel por donde pase...
Cuando tuve que aprenderme los adverbios de negación, los repetía sin parar, son sólo cuatro: NO, NUNCA, JAMÁS, TAMPOCO
Patricia LaraArriagada |