La muerte
nace,
los átomos
enfilan
entresijos.
El tapiz del
viento
presume,
ondulantes
brillos
de marfil.
(Los ojos
siempre
húmedos)
Caricias
rotas
acechando
tu cuerpo,
en la vida
inexistente
que habitas.
La miel,
el rastrojo,
y hasta al hijo
del trigo
maldeciste.
Súplica
sangrante
hacia los cielos...
Soñaste
entre los
mansos
un mendigo,
que reinara
tu ternura.
¿Quién limpiará tus párpados?
¿Quién abrillantará tus monedas?
¿Quién protegerá tus recipientes?
¿Quién cortará tus cadenas?
Ese ser
imaginario,
ese hombre
imaginario,
ese amigo
imaginario,
ese amor
imaginario.
Y temblaste
como niña...
Y maldeciste
cual sepulcro
sediento
de pétalos,
la añoranza
más secreta
del espanto.
La nieve fue
más dulce
en tus labios
entumecidos.
La felicidad
se vistió
de ti a menudo
Cual doncella
Incrédula,
en el templo
de las dudas.
Meses
años,
segundos
y eternidades.
Cuadratura
circular
en la niebla
de tu senda.
-Rígidos suspiros oxidados-
(Tus ojos sin brillo, son pantanos inertes)
Sello a
las
ruinas
de tu
templo,
olvidado
entre los
cardos
del olvido.
Espinas
ciegan tus
estrellas
mortuorias,
entre los hilos
de tu estola
carmesí.
"Tu desnuda...
hierves los
manjares
del olvido"
"El silencio acicala tus momentos ausentes"
(Bebes de súbito el cáliz final)
Y vuelves a
sentir aquel dolor,
aquel espacio vacío,
rebosante de deseos.
(La tristeza es abismo en tu rostro)
-Él dolor anida entre tus lágrimas-
Y toda tú,
desafiando a
la lluvia y
los mares,
eres cascada
estrepitosa
en estampida.
Deshaces uno
a uno los
recuerdos,
cual Penelope
virgen de caricias,
al hijo de
los mansos
destierras,
al infinito.
Incendiario
furioso,
danzando
en las
huellas
en tu piel.
"Eres un
animal
salvaje
acariciando,
su ciclo
de violencia
renacido".
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(La sonrisa de la vida se opaca,
albas criaturas ronrronean)
Y ahora duermes
y huyes de ti misma,
y el amor desangra
su réquiem
más amargo.
Mientras
los cielos
se abren...
Llueven
lavandas
sobre el
lecho
definitivo
Del
último,
primer
Beso.
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