Cerraduras errantes
Cofres sedientos de llaves
Adoquines multicolores,
Las lunas austeras de tus ojos
Mis horizontes eclipsados toleran.
Y Labramos con delirio
El sendero de las manos
-virginal iridiscencia-
Nuestro eco de leyendas
Tañe la ternura del respeto.
El harpa del amor canta
Y humaniza nuestros corazones
De la huella de los sabios
Nacen las hebras fraternas e
Inmarcesibles de nuestra empatía.
El arrebol imaginario
-terciopelo adormilado-
En tu vientre milenario
Siembra el verso acendrado,
De tu alarido empoderado.
Mujer de tu epopeya:
-toneladas de lágrimas,
Justicia sin ojos,
Eternidades sin voz-
Menstrúa al fin tu virtuosa sororidad.
Meliflua humanidad
El mismo llanto abracemos
Una sola piel en armonía…
Sendero único hacia nuestra
Sempiterna e insoslayable igualdad.
Texto agregado el 07-10-2020, y leído por 113
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Lectores Opinan
07-10-2020
Solemne y sublime poema. Llamado al rol de la mujer en la quinta estrofa y un final en la perfecta comunión. La segunda parte debería ser el lado B de la humanidad. Sugiero cambiar sabios por santos en la tercera estrofa. +5 Nazareo_Mellado