-¡Tenemos hambre! -exclamó a todo pulmón- ¡No es posible que se nos niegue nuestro salario que con tanto sudor, esfuerzo y trabajo hemos conseguido! ¡Señor presidente, eso que usted está haciendo está muy mal! ¡No tiene derecho a hacerlo! ¿Sabe lo difícil que es sobrevivir en un país tercermundista como el nuestro con esa miseria de $300 cada mes? ¡No lo sabe! ¿Y sabe por qué? Porque mientras usted vive lleno de lujos y sin necesidad de nada en su mansión nosotros, el pueblo, nos matamos día a día bajo el ardiente sol para llevarle el sustento a nuestras familias. ¿Y sabe que es lo peor? ¡Que no nos alcanza! ¡No nos alcanza esa miseria de sueldo que nos da Señor presidente! ¡Estamos hasta el cuello de deudas! Hay que pagarles a los bancos, hay que pagar la luz, el agua, el alquiler, el colegio de los niños, la comida… ¡Solo Dios sabe cómo logramos salir adelante! Podemos tolerarle cosas injustas presiente: puede aumentar los impuestos, puede crear impuestos nuevos, puede no pagarles a las alcaldías sus presupuestos anuales, puede poner a sus familiares como ministros, ¡incluso puede militarizar el sagrado recinto del Senado! Podemos tolerar eso y muchas cosas más, ¿pero sabe que no le podemos tolerar? ¡Que se rehúse a pagarle su salario al pueblo trabajador y honrado! ¡Eso si no se lo toleraremos, y tampoco se quedará así! ¡Haremos todo lo que esté a nuestro alcance e iremos a todas las instancias legales necesarias para que se nos garantice a todos nosotros, hombres y mujeres de bien, trabajadores y honrados, nuestros salarios!

La gran mayoría de los miembros del Senado se levantaron de sus asientos y aplaudieron el enérgico discurso de su compañero. Había pasado un día desde que recibieron una carta del presiente en la que les comunicaba que no se les iba a pagar su salario de $5,000 por falta de fondos.

Él se retiró del micrófono y rápidamente los periodistas que cubrían el discurso se aproximaron a él para entrevistarlo.

Ya a las 5:00 pm salió del Senado, tomo su Lexus y se dirigió a su casa, ubicada en una de las residenciales más exclusivas de la capital. Fue recibido por su mayordomo.