LA MUERTE DEL “CAGUAMO” (1)
Queridos lectores:
Ahora voy a contarles una historia triste.
Mi cínico amigo Octavio, más conocido como “Tavo”, desde su precoz adolescencia se convirtió en un hombre feliz hasta los 40 años.
Su filosofía era sencilla, gastar la inmensa fortuna de su familia en placeres y francachelas. Además, decía que Diosito lo hizo guapo, salaz y concupiscente para hacer felices a las mujeres (así en plural). Agarraba parejo, cualquier fémina soltera, viuda, casada, arrejuntada o lo que fuera era cacería para el buen Tavo.
Tenía suerte, le conocimos una gran cantidad de conquistas. Les platicaré de la última: una señora joven, desde luego casada con un rico industrial poblano, pilar de la iglesia, pertenecía a las hijas de María. Al principio estuvo desdeñosa de los avances del Tavo, pero, como él decía: “al final todas caen”.
Para el “fairplay”, la llevó a un motel de Cholula, Puebla (para guardar el incognito). Con sus 40 años cumplidos y su gran experiencia en lides del amor, el Tavo, empezó a realizar un gran trabajo, pero, su corazón sorprendido se negó a seguir latiendo y dejó a su dueño encuerado encima de una hermosa dama.
Aquí viene la tragedia de este sainete, se armó un escándalo, y por culpa de los chismosos periodistas, todo se supo, incluso el nombre de la interfecta. Pobre, ¡Qué tristeza! Aparte del susto de tener encima a un cuerpo ya inútil, su viejo (o sea su marido) le dio tremenda “madrina” (golpiza), se divorció y lo más triste del caso: la bella ahora tiene que trabajar.
1.- Una disculpa para los puristas del leguaje. La tortuga caguama debe decirse: caguama macho y caguama hembra. El mito es que después de aparearse, el macho ahí queda. ¿Será cierto?
|