Asi se lamen las heridas los poetas,
cuando hieren su corazón sin pena,
limpian la infección que arrastró la saeta,
antes que corra el odio por las venas.
Una canción, una copla, un verso,
para un adiós, un "te veo", un hasta luego,
la partida planeada del corazón perverso,
que no vieron los ojos de un amor ciego.
Mira si esto es cosa de quererte,
de salvarse a sí mismo de la envidia,
del veneno que te dejaron al morderte,
para empujarte al abismo del suicida.
Dime que no, que me equivoco,
no te queda otra cosa sino amarte,
que el tiempo corre de poco a poco,
y que nadie se apura a rescarte.
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