Aquel domingo de setiembre- mucho después se supo- nos encontrábamos en la mitad de la historia. A partir de entonces empezaba el desenlace. El principio del desenlace- ya decimos. De haberlo sabido lo hubiéramos celebrado con una tarta. Nuestro amor había llegado a todo lo alto de la curva. En adelante, descendente. Seguía la misma pauta que el coronavirus. Todo empezó por miedo a besarnos. Éramos convivientes pero ambos trabajábamos en puntos bastante dispares. Lo traerá- pensaba ella al entrar a casa. Y el mismo planteamiento él. El mundo conspira contra la promiscuidad- se sabía con lo del sida, el évola y demás epidemiología. Pero ahora había traspasado la frontera de lo doméstico.
Al principio antes de hacer el amor se tomaban la temperatura. Pero en el barrio iba en aumento aquella pandemia.
Primero dejaron de besarse, más tarde durmieron en camas separadas. Como la vivienda era grande se asignaron puntos separados con lo que la convivencia se limitaba, a partir de entonces, a la cocina.
El amor menguó- qué duda cabe.
Bien; pues aquel domingo fue el del punto más elevado de su particular amorosa historia.
Después del sofoco que producen este tipo de encuentros, empezó él a toser.
Era una tos seca.
Texto agregado el 04-10-2020, y leído por 139
visitantes. (1 voto)
Lectores Opinan
04-10-2020
Desalienta bastante el encuentro, el tema éste. Qué triste historia. Besitos. MujerDiosa
Para escribir comentarios debes ingresar a la Comunidad: Login