En la mañana del 25 los regalos ya estaban bajo el árbol. Las siluetas dejaron adivinar los obsequios de cada uno. El menor, ansioso, comenzó a frotar su autito en el piso; la niña del medio acunó a su pequeña muñeca negra de vestido lila. El mayor de los tres, de once años, fingía un sorpresivo regalo de Papá Noel, hacia tres años sabía que eran sus padres, pero le gustaba engañarse para ver si lograba sentir igual que sus hermanitos.
Mamá, apretando sus mejillas con las manos, observaba el regocijo de los niños, mientras con cuidado desenvolvía la caja que le había preparado su marido. El hombre, algo cansado, aturdido por la reunión del 24, se apoyó de brazos cruzados en el arco de la sala.
Con una sonrisa tranquila, los cabellos algo alborotados y los ojos húmedos, veía el rostro agradecido de su mujer, que sin decir palabra asentía con la cabeza. Se acerco a los niños, se hincó frente al pino donde se hallaba el último paquete cerrado. Allí arrodillado, leyó:
-“Para Papá, de un Papá Gordo con cariño “-. Rasgó la envoltura, apartó la tarjeta, levantó la tapa de la pequeña caja, dentro de la que una solitaria nota plegada en dos, casi se mimetizaba con el fondo. La tomó, miró a su mujer que lo observaba atenta, y con asombro e incertidumbre la desdobló para leerla.
Con gran esfuerzo por no flaquear, dobló prolijamente la nota y la guardó en el bolsillo de su camisa. Se acercó con la cabeza a gachas hasta su mujer, la miró a los ojos buscando en su alma para cobijarla. La tomó de la mano mientras iban a tomar unos mates a la cocina, y sus hijos jugaban con los nuevos regalos.
La semana que siguió fue la mejor de mi vida. Mamá y Papá no dejaron de abrazarse y emocionarse. Jugamos los cinco como si fuéramos niños del Jardín.
Hoy, mientras acaricio las patillas de Papa en el patio de nuestra casa, él me mira recordando a Mamá, -“Te pareces mucho a ella “- Me dice…-"Toma, creo que ya estas en edad de poder leerla...", desdoblo la ajada y amarillenta hoja, y leo en susurros...: -“Mi Amor, no me pidas que te explique la razón por la que nunca hablaré contigo de esto.
En mi última semana junto a vos y los niños quiero disfrutarlos como nunca. No me odies por esto, solo te pido que respetes mi dolor, es mejor así. A los chicos deciles que hice un largo viaje, haz que nunca se sientan huérfanos, que Mamá vuelve cuando pueda. Por las noches voy a acariciarte las patillas, como te gusta, no estarás solo, ya verás, nunca estarás solo… Tu novia de siempre “-
Aquella navidad de mi muñeca negra, Papá había recibido la noticia mas dura de su vida, Mamá se estaba yendo y no podía decírselo. Solo la carta pudo. Esta que hoy, después de cincuenta años llenan mis ojos de lágrimas, y hacen descansar a Mamá en paz. Porque al fin volvió, Mamá ya volvió. |