Fue la forma de Marta para expresar lo que sentía, no era poetisa, ni una escriba, ni algo que se le pareciera; solamente deslizó el lápiz sobre la hoja de papel y su alma fue formando cada una de las palabras de aquel escrito, como si lo hablara fluidamente a entera satisfacción. A pesar de la escasa luz de la pulcra habitación, Marta no tuvo dificultades en la escritura de aquella nota. Su cuerpo desnudo frente al espejo de la cómoda, no evidenciaba culpa alguna.
Marta llegó a la casa de los Cortéz Bugueño, esa tarde de invierno de hacía ya 3 años, por el aviso de prensa que solicitaba una “asesora del hogar” puertas adentro, el dinero ofrecido por el matrimonio era suficiente para ella sola, además que también podría enviarle algo a su madre que residía en San Clemente. No le fue muy dificultoso dar con la casa que se encontraba en el sector de Las Rastras. Catalina la atendió esbozando una sonrisa que le fue muy agradable a Marta; después de las preguntas y respuestas de rigor la entrevista fue derivando hacia las vidas personales en un tono que nunca les incomodó a las dos mujeres. Así pasó la tarde entre la conversación distendida y el recorrido de cada uno de los cuartos hasta que el ring del citófono de entrada las sacara de aquella especie de letargo en que ambas se habían sumergido.
-Soy yo, Catalina – dijo la voz del hombre
-Es mi esposo- comentó de apuro la joven mujer a Marta como excusándose de aquella interrupción. El hombre se presentó y su única acotación ante la visita de Marta, fue que si su mujer le parecía bien él también la aceptaba para el puesto que solicitaban con urgencia ya que ambos trabajaban y sus dos hijos requerían del cuidado de una persona que se responsabilizara de ellos y de los cuidados de la casa. Catalina y Roberto eran ambos en distintas oficinas de ventas de seguro, gerentes zonales por lo tanto esta labor no solamente le permitió a Catalina ausentarse esa tarde de sus labores sino que ausentarse también de casa por dos o tres días al igual que su marido por el alto cargo que ostentaba.
El desayuno de aquella mañana fue particularmente extraño, había llovido la noche anterior pero no hacía frío ni tampoco se hizo presente la neblina acostumbrada en los inviernos de Talca, esa neblina espesa que no deja ver más allá de unos cuantos metros a la distancia de los ojos. Extraño porque Roberto estaba incómodo con la presencia de Marta en el comedor la hora del desayuno, extraño porque Catalina no mostraba apuro por retirarse a su trabajo, infrecuente porque los niños se comportaban algo distante con ellos no así con Marta especialmente Rodrigo el mayor de los hermanos. Marta llevaba un par de meses en la casa y se evidenciaba su mano. Todo pulcro, en cuanto al aseo, las comidas y los desayunos todo a la hora, y su conversación relajada sobre todo con los niños y Catalina. Pero con Roberto era diferente y esto a Roberto le perturbaba pues aquella joven mujer en pocas semanas había pasado a ser más que la “nana” de la casa un componente más de la familia.
-Rodrigo- dijo Roberto a su hijo - ¿puedes decirle a Marta que traiga más agua por favor? El hijo de inmediato se paró dirigiéndose a la cocina para indicarle a Marta lo que su padre le había ordenado. Fue el momento que aprovechó Roberto para conversar íntimamente con su mujer
- Catalina, creo que deberíamos despedir a Marta – Catalina lo miró contrariada agregando aquella pregunta que a su marido lo turbó y claramente no sabía qué responder.
- ¿Y puedo saber por qué? Hasta donde yo sé tú me comentaste que estabas contento con ella. Que la casa se veía distinta, que los niños estaban felices con ella y que para mí era un muy buen apoyo. No te entiendo Roberto. El hombre tomó un sorbo de café y en realidad no encontró una respuesta adecuada a la interpelación de su mujer;
- Marta lleva ya 3 años con nosotros – agregó Catalina cuando Roberto no le respondió la pregunta –por lo tanto si no tienes respuesta, ella se queda
-Bueno-contestó molesto el esposo – ¡ si quieres dejarla está bien, tú sabrás !- se paró de la mesa y ordenó a los niños tomar sus mochilas para llevarlos al colegio como hacía cada mañana antes de irse a su trabajo. Su mujer se iba siempre más tarde en el otro auto, dejándola sola en el comedor algo entre molesta y pensativa por aquella discusión en torno a Marta cosa que no había sucedido en todos estos años; Marta, en tanto, corrió sutilmente las blancas cortinas de tul de la ventana de la cocina, observando con algo de aflicción como Roberto y sus hijos se retiraban en su auto de la casa por el húmedo pasaje de la villa que los llevaba hasta la calle principal. Roberto seguía contrariado y antes de dejar el pasaje, volvió a mirar por el retrovisor hacia su casa.
- “ yo te amo y todo cuando comenzó me hacía sentirme más bella y tranquila pero ahora, es tan doloroso. Siento que terminará pronto y terminará muy mal para mi y para ti. Eso me tiene angustiada. Cuando se enteren…”
La mano de Catalina, suavemente cubrió los labios de Marta no dejándola que terminara su conversación. El dormitorio estaba en penumbras, solo la luz de ese día de neblina espesa se dejaba sentir en las paredes y el ornamento de la habitación pequeña pero cómoda. Las dos mujeres permanecían retozando después de entregarse al amor profundo que sentían mutuamente en esa conversación que las angustiaba por el estado de las cosas.
-“ Yo también te amo Marta y si me enamoré de ti, bueno me enamoré no más. No tengo explicaciones para ello. Todo este tiempo que hemos estado juntas ha sido un tiempo maravilloso…”
-“ ¿Te has sentido plena, Catalina, eso es lo que intentas decirme?
-“ Claro que si, muy plena a pesar de todo lo que pueda o no suceder en el futuro. La vida se nos dio así, dos historias diferentes la tuya y la mía, que de pronto se encuentran sin más, solamente se encuentran para completar ese misterio llamado amor…”
Marta se levantó y salió del lecho con la misma soltura con la que amara hacia unos instantes a Catalina y Catalina a ella, se sentó frente al espejo de la cómoda y entonces tomó el lápiz y escribió:
“El amor, así como muchas cosas que suceden a los hombres y las mujeres en el cosmos, es un misterio. Misterioso es saber el por qué Adán y Eva, desobedecieron al llamado del Dios bíblico y prefirieron lapidar su existencia en el paraíso. Misterioso es el amor de Prometeo por los hombres y decide entregarles la luz. Misterioso es el comportamiento de Ana Karenina y el de Orianna por Panagulis. El amor, es y será siempre un misterio como misterioso es el origen del hombre y la mujer, el de los hombres y el de las mujeres”
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