La noche oscura no está y nunca estará, en la distancia aún tras las nubes ellas brillan
Brillan en el viaje sideral del tiempo que se vienen en silbidos transitando sobre los cerros,
Acompañando el canto de las luciérnagas en los cuerpos congelados sin el sol que tarda
Porque para encontrarte usé la dicha del recuerdo y en ella me quedé observando
Las notas de las vertientes al deslizarse entre las piedras en el vagar de la evocación.
Las estrellas se ven si las observas bien en tu melodía dedicadas a ellas en un florecer,
Las nubes se acaloran con el fuego magnético del sol dentro de ti porque el sol en la noche
Se recuesta al otro lado en donde no estás y está tu existir en el existir que buscabas
Y que no fue el espejismo de las pesadillas acorraladas en el sueño del elixir del amor,
Yo me acuerdo de ti en el reflejo de los luceros del beso que nos dejamos en el juego
De sonrisas cerca de la puerta y en la calle en la confluencia de nuestros pasos sin ir.
Hoy deambulamos en los ojos que se reflejan uno en el otro entonces otros en los unos,
En la complicidad de las estrellas elaborando la miel que se nutre del sol.